jueves, 22 de diciembre de 2011

Porsche vincula los paisajes de Gran Canaria a su marca

La difusión del spot del nuevo Cabriolet 911 de la casa Porsche de coches de alta gama es la antesala de la que será la mayor promoción que jamás se ha realizado de Gran Canaria como paisaje para disfrutar del buen clima, extraordinarios paisajes y carreteras para disfrutar de la conducción.


En abril, la empresa automovilística convertirá la isla en el lugar donde presentará en sociedad, para periodistas y profesionales de todo el mundo, el nuevo modelo descapotable. Sin duda, será un espaldarazo a la imagen de Gran Canaria que, esperemos, sepan aprovechar los responsables políticos y empresariales. No doy más detalles, de la movida que se va a montar, pero la isla tendrá un ambiente espectacular.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Un canario al frente de la política turística en España

José Manuel Soria en Lanzarote
El alcalde de San Bartolomé de Tirajana, el municipio turístico más importante de Canarias, mantuvo con José Manuel Soria una conversación con el hoy ministro de Turismo, José Manuel Soria, en la que abordaban la posibilidad de que éste último pudiera tener un alto cargoen el Gobierno de España, incluída la posibilidad de acceder a la cartera ministerial.

La respuesta del joven, pero curtido, político sureño, fue pragmática y contundente: "José Manuel, aunque sea de bedel en Turespaña. Es hora de que algún canario entre en los órganos donde se decide la política turística estatal que demuestre nuestra experiencia e iniciativa en el sector y acabe de una vez con la marginación que ha existido con nuestras Islas".

Marco Aurelio podría dedicarse a adivino, o debería contagiar de su sentido común a muchos políticos de las Islas, ya que no hay cartera en el Gobierno de España más importante en estos momentos para los canarios como la de Turismo, no tanto por el tópico de la ocupación turística (que es importante), sino porque nos enfrentamos ante el reto de un destino maduro (obsoleto) de sol y playa que precisa reinvertarse, recrearse, reconocerse y recuperar el apoyo social.

La oportunidad estaba ahí y se ha aprovechado. Con rango de Ministerio, el turismo tendrá un papel importante en el Gabinete de Rajoy. Con un canario al frente, España, y en particular Canarias, podría y debería reconducir el erróneo camino emprendido hace medio siglo, cuando las necesidades de un país subdesarrollado marcaron un desarrollo del sector turístico que tuvo éxito durante décadas, pero que actualmente no es competitivo ni atrae turismo de poder adquisitivo (eso de 'turismo de calidad' me lo tendrán que explicar algún día porque sigo sin saber a qué se refieren). Un turismo que empuje la demanda para que nuestra oferta pueda movilizar a instituciones y empresarios para reconvertir espacios de calidad extraordinadias degradados desde hace décadas sin que hasta ahora se haya tomado en serio la reconversión del destino y se ponga fin al monocultivo del 'sol y playa' a precio de saldo.

martes, 13 de diciembre de 2011

Tematizar Gran Canaria

Postal del poblado troglodita de La Atalaya, allá por 1960

Hace unas semanas fui invitado a participar en la primera reunión (tagoror) de responsables de empleo de los municipios de Gran Canaria, gracias al interés del responsable (consejero) del área en el Cabildo Insular, Matías Campos, con quien he departido en numerosas ocasiones en torno a los problemas que aquejan a esta isla y, por ende, al conjunto del Archipiélago, dado que cualquier problema que tiene lugar en una de las Islas repercute en el resto, en especial en aquellas más pobladas como es el caso.

Llamó la atención a los asistentes el que se les convocara por primera vez para hacer una apuesta en común para intentar buscar salidas a los problemas de empleo que cada uno padece en su entorno municipal y que consideraban que tendrían que afrontar en solitario. Más llamativo fue el hecho de que uno de los presentes recordó que el Cabildo había creado un Consejo Insular de Empleo, lo creó hace años pero de él nunca se supo.

También coincidieron los presentes en la necesidad de cambiar las ‘politicas’ de empleo, normas que encorsetan las posibilidades de solucionar los problemas que padecen y que pasarían por solucionar los problemas reales, no los que se han establecido desde hace años y desde Madrid, convirtiendo a los ayuntamientos y cabildo en meros ventanilleros de la contratación de los parados con perfiles que nada tienen que ver con la situación que se padece en estos momentos, y que ni generan empleo ni son productivos.

Dicho esto, mi intervención tuvo que ver con la necesidad de retomar una consigna, una campaña, un objetivo que no es nuevo. Ya se encargó Néstor Martín Fernández de la Torre hace ochenta años de lanzar un discurso similar (‘Habla Néstor’, 1939), pero nuestra sociedad olvida rápidamente aquellos pioneros y visionarios que hicieron posible el milagro del éxito económico de esta isla. Un éxito medible en crecimiento económico, en número de turistas, mejoras de infraestructuras, número de alojamientos y establecimientos comerciales. Aunque también supuso la puesta en el mercado de los espacios de mayor calidad de nuestro territorio.

El crecimiento del empleo y la población en la isla es fruto de ese éxito, como lo fue la creación de pequeños equipamientos (Pueblo Canario, Parador de Tejeda, Casa del Turista...) junto a un clima, paisaje y paisanaje que completaban el círculo de atracción para los nórdicos que nos visitaban. También tuvo que ver el cambio drástico que supuso la aparición de los aviones a reacción y el boom de los vuelos charter, lo que provocaría un salto cuantitativo y cualitativo en el tipo de turista que se desplazaba a Gran Canaria.

Pero, además del clima y el sol y playa ¿qué llamaba la atención del turista?: Sólo hay que ver las postales, fotos y publicaciones de hace un siglo para comprobar que el turista llegaba a una sociedad profundamente subdesarrollada, troglodítica, donde podía encontrar familias con vestimenta singular que habitaban en cuevas y fabricaban su propia loza con barro. En el entorno, un paisaje espectacular (desolado por la deforestación descontrolada durante siglos) y unas tradiciones edulcoradas de la mano de Néstor y sus seguidores.

Ante esta situación (introducción) les planteé mis argumentos para ‘tematizar’ Gran Canaria a través de nuevas políticas de empleo y de una visión transversal de las políticas que se lleven a cabo, tanto en el ámbito local como insular  y regional.
Entre esos objetivos estaría:

  • La apuesta por nuevos (y no tan nuevos, pero si re-creados) productos turísticos
  • La dinamización de cascos históricos
  • La elaboración de los inventarios de recursos turísticos
  • La promoción adecuada y profesional de estos recursos

La idea es sencilla: que los planes de empleo sirvan para crear empresas, no para sacar del paro temporalmente a grupos que permanentemente son beneficiarios de esos fondos (y bien que lo saben).

Y, a todo esto, la pregunta del millón. Si esto ya se ha venido haciendo ¿por qué se ha fracasado? Pues está claro. La clase política se ha considerado durante los pocos años de democracia en posesión de la verdad absoluta y del presupuesto absoluto. Se han rodeado de afines, de mayor o menor valía, y han rehusado contar con la sociedad civil.

No doy más detalle de lo presentado porque me ha costado muchos años de estudio, mucho recorrido por la isla, mucho análisis de los estímulos y expectativas del turista, y porque lo explicaré cuando vaya a hablar de mi libro (que espero terminar -al menos uno de ellos- antes de que acabe el mundo el año próximo).

miércoles, 7 de diciembre de 2011

El dilema de Spasski y el tablero turístico canario

Portada del libro
Acabo de finalizar la lectura de la obra ‘El dilema de Spasski’, de Juan Carlos Domínguez (Ediciones Idea, 2010. Santa Cruz de Tenerife), opera prima de este profesor de Filosofía del Derecho y vinculado a la administración del Patrimonio Histórico de Canarias, aparte de amigo y cómplice en diversas celebraciones, tertulias y cánticos.

La novela merece ser leída, saboreada y jugada, como un partido sin reloj, un juego de ajedrez en el que las variables cada vez son menores a medida que las fuerzas o valor de las fichas son eliminadas, bien porque tengamos que hacer sacrificios envenenados o porque hemos caído en maniobras hábilmente urdidas por mentes mucho más complejas y premonitorias. Como suele pasar, mientras menos piezas tenemos, más pasión ponemos en la contienda.

La primera parte tiene una narrativa que puede despistar, e incluso hacernos desistir de la lectura, pero así son siempre los primeros pasos de un partido de ajedrez: movimientos archiconocidos: defensa siciliana, gambitos y enroques hasta ver qué dice el enemigo. Pero estamos ante una novela que en un momento no concreto se exhibe plena y adictiva, una obra literaria en la que todos los personajes aparecen -de repente- posicionados claramente entre los dos ejércitos que se enfrentan en un tablero en el que no sólo hay blancas y negras. En realidad, el autor nos sitúa ante un tablero que también es un Plan General de Ordenación Urbana, en el que cada interés intenta superponerse sobre los demás para obtener aquello que más les interesa: dinero, protagonismo, honor, control ideológico, político o religioso.

La trama está bien urdida mediante sabrosas meditaciones e interesantes disquisiciones parapetadas en defensas serias y rigurosas de argumentos y contraargumentos, a través de los cuales vamos conociendo un microcosmos que gira en torno a una de las poblaciones con menos habitantes de Canarias, pero que no se libra de los embates y envites de los promotores turísticos, en este caso con una propuesta tan singular como el enclave donde pretende ubicarse: en las ruinas de un convento (¿el primero de Canarias?) alejado del sol y playa masivo, pero en un enclave único y con más ruinas y misterios que certezas y población.

Dos muertes (y una tercera que colma el triángulo) van oscureciendo la novela hasta hacerla negra con tintes de misterios del más allá en el tiempo y en las historias heredadas y adornadas, ingredientes que chocan ante el profundo escepticismo e incredulidad materialista del protagonista, un periodista del que el autor intenta retratar sus motivaciones para mantenerse en tal vocación profesional, aunque (como periodista puedo corroborarlo) quizás obvia la más importante: el ego y el objetivo jamás entendido de servicio público a través de una empresa de servicios privada y obsesionada con la cuenta de resultados. Poco margen queda al periodista actual para alcanzar a un Emilio Zola, un Ilya Ehrenburg, un John Silas Reed o un Ernest Hemingway... Salvo que las camadas de periodistas con lustroso diploma enmarcado utilicen el pretexto salarial del periodismo para dedicarse a la literatura y así desahogar su frustración.

De ahí que el periodista dilemático posea una mezcla de Charles Bukowski integrado, a veces Petetepedia de listillo y otras Marlowe sin gabardina, o Lou Grant rodeado de una epidemia de ‘gargantas profundas’ que mueven sus peones y alfiles intentando que la información (rumores, interpretaciones, observaciones, falsedades, mentiras...) salgan del microcosmos betancuriano –a veces paraíso y otras un irrespirable y opresivo escenario- para facilitar su victoria frente a los demás, entre las fichas de la especulación y el cambio frente a la conservación y la vuelta al pasado. Una pugna que se libra en numerosos frentes en Canarias, en un afán por poner en el mercado todo aquello que pueda ser objeto de negocio, incluida la alquimia medieval.

Con guiños a ‘El nombre de la rosa’ y devoción a la ciencia ficción y el futurismo clónico de Blade Runner ("Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir"), el libro es también una secuencia de hitos artísticos, intelectuales y disquisiciones que permanecen en el autor. Al igual que muchos personajes que Domínguez también sitúa en la trama con seudónimos fácilmente reconocibles en el entorno local, en un juego de nombres imaginarios que recuerdan aquellos bautizos de las células clandestinas, aunque en este caso la delación es, a su vez, complicidad.

Lo dicho... Canarias tiene valores patrimoniales, culturales y naturales para atraer diferentes perfiles de turistas, o para servir de argumento a una excelente novela que puede traspasar el tablero de lo local porque el mundo es un gran partido de ajedrez en el que las fichas (pasiones, intereses, ideas, luchas...) son casi siempre las mismas a lo largo de los siglos y de los territorios.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Un buen trabajo periodístico sobre el turismo en Gran Canaria

Portada del suplemento
El día a día de los periódicos es muy agobiante y, a veces, se queda en lo superficial o lo más actual. Se suele perder la perspectiva y por ello es tan importante que un periódico aproveche todos los géneros y estilos: la crónica, el reportaje, la entrevista, la opinión... Son formatos que ayudan a formar y esclarecer puntos de vista para los lectores.

Me satisface poner este enlace en el blog porque considero que se ha realizado un trabajo de gran calidad y muy amplio sobre un tema que podría tener otras muchas perspectivas, pero que en este suplemento se ha logrado centrar. Existen algunas obligaciones promocionales, comerciales o turísticas (sin ellas no sería posible pagar el trabajo publicado), pero no desmerecen el conjunto de la obra.

Aprovecho para felicitar al equipo que ha elaborado este suplemento y a quienes han desarrollado el guión para conseguir un resultado equilibrado entre la información, el interés público y el beneficio comercial.

La editorial del diario Canarias7, Inforcasa, ha hecho posible este suplemento y lo ha colgado en Internet para que cualquier internauta pueda descargarlo online y leerlo.

Pinche aquí para poder leer 'Un paraíso abierto al mundo'

jueves, 1 de diciembre de 2011

Santa Águeda, el gran reto de Gran Canaria

Puerto de El Pajar
No tiene espectaculares dunas como Maspalomas, ni un faro de sorprendente ingeniería, ni una charca semi oasis... No cuenta con una enorme playa de arena rubia, ni ha sido objeto de deseo del turismo de masas. Más bien, el turismo pasó de largo por Montaña de Arena, Triana y El Pajar para fijarse en Puerto Rico, Taurito y Mogán. Pero ahí está, la mejor zona climática de Gran Canaria, con el nombre de Santa Águeda, con sus posibilidades para desarrollar algo que atraiga inversión y turismo, rentabilidad y desarrollo. Palabras que podrían sonar mal si las convertimos en tópicos del cabreo civil por lo nefasto de muchas intervenciones y por la falta de actuación del poder político (salvo para innombrables actividades).

Santa Águeda, entre Pasito Blanco y El Pajar, es una de las zonas sin construir del sur de Gran Canaria. Un espacio sorprendente y de grandes posibilidades para una operación singular o, mejor, espectacular.

Pero centrémonos en el sentido de las palabras pronunciadas por Fernando del Castillo, heredero del conde de la Vega Grande, Alejandro del Castillo, quien se refirió a Santa Águeda, su bahía y terrenos en tierra como un espacio digno de un concurso internacional de ideas que recupere el espíritu de hace cincuenta años cuando la misma familia lanzó al mundo el nombre de Maspalomas al convocar a la Unión Internacional de Arquitectos para que ofrecieran alternativas a un espacio para el turismo en el mismo momento en el que los vuelos charter dieron a luz el fenómeno del turismo de masas.

Santa Águeda tiene otras cualidades que ofrecer. Su temperatura estable, sus aguas tranquilas y sus horas de insolación convierten la zona en uno de los mejores microclimas del mundo durante todo el año. A ello se suma un puerto que dejó de interesar a las empresas cementeras, un puerto creado por la familia condal cuando para construir Maspalomas Costa Canaria constituyeron una empresa cementera que fue expulsada del mercado por empresas peninsulares mediante una política de dumping (venta por debajo del precio) para monopolizar el mercado en Gran Canaria. Pero ahí está el puerto.

Para la familia condal, esa infraestructura es una oportunidad de negocio, un posible lugar de atracción para cruceros turísticos, si bien para ello tiene que haber un atractivo en el entorno, una oferta de ocio turístico que sea singular y única, capaz de atraer las navieras de cruceros a Santa Águeda como puerto base en vez de a la capital grancanaria.

Sin embargo, los periodistas y los ciudadanos en general han cogido el anuncio de la familia condal como un más de lo mismo, más camas en un territorio donde su suelo de mayor calidad se encuentra en franco proceso de deterioro y residencialización, sin que nadie lo impida ni obligue a los propietarios a cumplir con la calificación de suelo turístico.

Lejos de interesarse por una propuesta que podría significar un revulsivo para el sector económico más importante de la Isla, como lo ha sido Meloneras, la horda de anónimos se ha lanzado contra la supuesta invasión de camas y no han planteado posibles iniciativas que contribuyan a que Gran Canaria deje de ser el destino de sol y playa sujeto al precio de mercado de este producto turístico controlado por turoperadores foráneos.

Esperemos que impere la cordura y que el concurso anunciado por la familia condal se convierta en la gran oportunidad para Gran Canaria y nuestros descendientes.

sábado, 26 de noviembre de 2011

La ciudad de espaldas al mar

Ha vuelto a la tribuna política el debate sobre el futuro de la Avenida Marítima de Las Palmas de Gran Canaria, aquella obra que divorció la ciudad y el mar, que desvió la tensión circulatoria de toda la Isla hacia la Avenida de Mesa y López donde, estratégicamente, se levantó el gran centro comercial de El Corte Inglés (y aquel de Galerías Preciados que luego sería adquirido por el citado grupo comercial). Un tráfico que con el tiempo colapsó la zona.






Ahora se habla del soterramiento de la actual avenida para superar los problemas de tráfico y recuperar el contacto de la ciudad con el mar, un mar al que la ciudad debe su éxito y su desarrollo: turismo, transportes marítimos, estación de tránsito o base, gran nodo para contenedores, pesca, granos, combustibles, reparaciones... Todo ello con la siempre cambiante estampa marinera que adorna la capital insular.

Las Palmas de Gran Canaria es una ciudad que siempre ha mirado hacia el mar. Sus riscos se exhiben a nuestros ojos en casitas coloreadas con ventanas, puertas y pequeños recovecos que buscan la mirada hacia la costa, por donde llegaban los marineros que habitaban esas viviendas. Anteriormente, los castillos, torreones y construcciones de defensa escrutaban el horizonte en busca de pabellones enemigos que hacían pirateo o tenían licencia de corso, para saquear la isla como se hizo o se intentó en numerosas ocasiones.

Sin embargo, en los años sesenta y setenta se realizaron varias de las operaciones urbanísticas más negativas de la historia de la ciudad, cuyos efectos se constatarían a continuación con la pérdida de atractivo turístico y el consiguiente desplazamiento hacia el sur de la actividad económica más importante.

Por contra, esta ciudad tiene un clima excelente, está rodeada de mar, es una de las bahías más confortables y mejor equipadas del Atlántico, pero ha desoído a quienes se empeñaron en convertirla en la ciudad de mar que debió ser. Juan Bautista Carló Guersi, un visionario que en 1910 contrató al urbanista Constant Martin, para crear en la zona alta (hoy Schamann) un centro turístico, con un casino y hoteles al estilo de Montecarlo o Mónaco… por sus vistas inmejorables al puerto. Néstor la pintó a la manera de Santorini o Saint Tropez, como modelo de ciudad atractiva para el turismo. En los años sesenta se crearon los miradores de El Lasso y Altavista... Pero también el desarrollismo levantó un muro de edificios y una barrera de tráfico que se llamó eufemísticamente Avenida Marítima.

El puerto ha seguido creciendo, pero dejó de lado la actividad de cruceros hasta hace unos pocos años, constatándose que con poco que se haga se puede atraer a millones de viajeros que vuelvan a llenar los museos, las terrazas, el Pueblo Canario y los comercios. Con el tiempo, se ha tenido que construir la circunvalación por donde debió hacerse hace décadas, tras mucho sufrir los ciudadanos de toda la isla y, en particular, los de la capital grancanaria, un acoso de tráfico insoportable.

La apuesta por recuperar el contacto con el mar no debe caer en saco roto. Pero también ha de producirse la respuesta a la necesaria comunicación del puerto con la isla, ahora mismo aprisionado por un embudo de tráfico insoportable.

Las Palmas de Gran Canaria ha de ser la Ciudad del Atlántico, cantada por Tomás Morales y reconocida a lo largo de su historia. Somos sus vecinos y sus políticos los que han de corregir errores del pasado y actuar con visión de futuro.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Turismo s XXI ¿Laboratorio de ideas o estudio de mercado?

Acto del show sobre The Beatles en Las Vegas
En los últimos años (ojo, no digo meses...) he mantenido reuniones con todo tipo de profesionales para plantearles ideas que pueden dar una personalidad diferenciciada (posicionamiento, como dicen los expertos mba’s) para Gran Canaria. La mayoría de los consultados me han dado opiniones muy elogiosas -y espero que sinceras- sobre los proyectos. Sobre todo, porque son conocedores de cuáles son las carencias de nuestro destino, el cual soporta su éxito y declive de marca en el trinomio ‘sol, playa y clima’.

A diferencia de otros destinos icónicos, carecemos de monumentos (no naturales) de renombre global y otros productos que sean marca identificable por todo tipo de ciudadanos que tengan vocación o algún estímulo para recorrer el mundo y poder acudir a un lugar con unas expectativas tan dispares que pueden ir desde lo religioso hasta lo ludópata, o desde lo infantil a la cumbre de la ciencia astrofísica.

Las posibles motivaciones del viajero podríamos dividirlas en diversas variables: geográficas (naturaleza), históricas (culturales, religiosas, etc.), o puramente humanas (comercio, juego, negocio, diversión...), pero en todas hay un tema que marca la diferencia: el éxito o el fracaso.

Esa línea sutil y caprichosa entre los numerosos fracasos y los sonoros éxitos de los destinos turísticos no se limita a un correcto o excelente trabajo de análisis de mercado o plan de negocio, ya que el contenido del mismo se fundamenta en las variables del mercado (fundamentalmente el precio y el beneficio que sacan los intermediarios) y no de la originalidad o personalidad del producto. Si el producto es bueno, podrá competir, pero si es único su posicionamiento también lo será y podrá alcanzar un éxito imprevisible. ¿Qué consultoría puede dar con las variables de algo que es único y original? Ninguna.

De los profesionales consultados, algunos insisten en que lo importante es el plan de negocio y el estudio de mercado. Si fuera así, probablemente muchos de los casos de éxito no se habrían realizado nunca. También puede ser éste el motivo que ha impedido que en el mundo no haya más destinos turísticos donde naturaleza y/o creación humana nos ofrezca lugares que atraigan a millares de turistas dispuestos a recorrer miles de kilómetros y gastar miles de euros por visitar esos iconos de la interacción del hombre con su entorno a través de su inventiva y creatividad. Lugares donde las visiones de algunos individuos han recreado el espacio para el disfrute del ocio y que se han extendido por la humanidad convertidos en marcas, en objetos deseados de consumo.

Podríamos considerar que esos lugares son parques temáticos, como lo es un cuadro, si bien de éste nos atrevemos a decir que es su story board. Una ensoñación para que el espectador pueda viajar con la imaginación en un recorrido pautado por los límites del marco. Pero hay quienes han trasladado al espacio abierto esas visiones y las han convertido en parques temáticos. La mayoría son lugares para el contacto con la naturaleza o la diversión activa. Otros han evolucionado el concepto ofreciendo una interpretación más humana del entorno, de la propia experiencia humana, como son los casos de dos canarios que han mostrado al mundo una forma peculiar de recrear el espacio para el turismo: Néstor Martín Fernández de la Torre y César Manrique.

No me canso de repetir que en Canarias no hemos gestionado bien su herencia. Aquí tenemos dos fundaciones que se limitan a mantener una actividad expositiva y estrangulada económicamente en el caso del Museo Néstor, mientras la Fundación César Manrique peca de endogamia y un bloqueo institucional y territorial, con un nulo impulso al espíritu creativo y de respuesta a las contradicciones entre desarrollo y usos del territorio. Esta Fundación, mantenida con la importante herencia de su impulsor, no ha respondido a la necesaria promoción de valores y creadores que puedan innovar y continuar convirtiendo Canarias en ese destino/s único/s que no sólo atraiga turistas, sino que además provoque tal demanda que haga subir la cotización del destino por encima de las posiciones de los intermediarios y turoperadores.

También podríamos debatir acerca del espíritu y legislación sobre mecenazgo y fundaciones en España, pero creo que no es necesario reiterar que –a diferencia de otros países como EEUU- nuestro caso es un ejemplo de política de desconfianza, cortedad de miras y falta de estímulo a la sociedad civil. Por ello, las fundaciones y otras entidades no podrán ser la verdadera correa de transmisión del capital a la creatividad, ni entre el espíritu de creadores como Néstor o César y una sociedad creativa que ha mamado desde la cuna y en los genes de sus antepasados el reconocimiento de este territorio como singular y atractivo para los ciudadanos de otros lugares del planeta.

Lo cierto, a lo que voy, es que cada vez estoy más convencido que vivimos en un mundo en el que hay mucho consultor, ejecutivo o administrativo que ocupa, adultera o anula espacios de creatividad. Y ese es uno de los elementos que determinan el fracaso de cualquier iniciativa.

Y acabo con la pregunta inicial: ¿qué es primero. El creador o el consultor?

domingo, 30 de octubre de 2011

Cultura y turismo

Museo Campesino, Lanzarote
Aprovecho el título del libro que publicó el grancanario Francisco González Díaz, en 1910, para reflexionar sobre la grave amenaza que se cierne sobre Canarias a cuenta de los presupuestos regionales, ya que se ha optado por reducir un 65% la partida presupuestaria en el ámbito de Cultura.

De los 23,5 millones de euros previstos para el próximo año, 10 se destinarán a pagar al personal de una Consejería que no va a gestionar prácticamente nada. 8,5 millones serán para construir un pabellón de baloncesto y en torno a los 5 millones son para las áreas de deportes y patrimonio, de forma que para programas culturales quedarán 790.000 euros. El presupuesto de cultura en 2011 ascendió a 48 millones de euros, de los que se destinaron 28 millones para la financiación de eventos y proyectos de distintas disciplinas.

Es cierto que la administración ha destinado cantidades importantes de dinero para determinadas actuaciones de forma directa sin que conozcamos qué criterios han utilizado, aunque se trata de dinero público (de todos), lo que ha dado lugar a que la ciudadanía tenga esa sensación nebulosa de que si algo huele raro todo termina oliendo mal. Y puede que tengan razón, mucha o poca, pero razón al fin y al cabo de que cualquier cosa que no sea transparente no es transparente.

Otros podrán quejarse de que fulanito o menganito es/son el/los apadrinado/s por el poder. Así es. Hay personajes que han logrado los premios (los que incluyen pasta) y también les compran obra, les organizan actos aquí, allá, en el extranjero y en el más allá (si pudieran). También habrá indignados que podrán decir eso de que se han gastado enormes cantidades de dinero en experimentos, o en aventuras que no tienen interés público ni impacto cultural o artístico, que para eso ya hay mucho vendedor de humo en complicidad con el político de turno que no tiene recato ni sentido del ridículo para participar del engendro.

Pero hay otra vertiente, que es la que nos interesa, de este conflicto. Y es que muchos de los eventos culturales (si no todos) tienen alguna incidencia sobre el turismo. No tanta como nos dicen o intentan ‘vender’, sino más bien anecdótica y, sobre todo, porque sirven para llenar de carteles y propaganda las zonas turísticas para que los guiris vean que hay oferta, que la isla está ‘viva’, porque venir a tumbarse al solajero durante una semana o diez días a hoteles o apartamentos de bajo costo o con todo incluido, probablemente no sea el estado anímico que estimule para acudir a un concierto o espectáculo que no sea el que ofrecen en el bar del hotel (y tan sorprendentes que son). Bueno, dicho así suena un poco fuerte, pero en todos estos años nadie ha dicho –y demostrado- cuántos turistas han venido a las Islas atraídos por un festival o un concierto, una prueba deportiva o una exposición sorprendente, excluyendo a los músicos, artistas o participantes en el evento, claro está.

Y es que no sólo no funciona como reclamo, sino que su éxito como oferta complementaria tampoco creo que sea notable, ni tan siquiera reseñable.

Somos destino de sol y playa. Y nos hemos resignado a ello. No podremos poner en valor cosas que no ponemos en valor, ni en el ámbito de la oferta cultural ni en otros, tal como hemos demostrado dejando a su albedrío a los turistas vagando por la Isla sin aprovechar su presencia para convertir la oportunidad en negocio.
Francisco González Díaz

¿Esto que digo es nuevo? Pues más bien no. Todo lo contrario... En 1910 publicó Francisco González Díaz el libro ‘Cultura y Turismo’, con la recopilación de varios artículos que publicó en la revista ‘Canarias Turista’. Hace un siglo dejaba claro las relaciones entre fenómeno cultural y turismo: “Para atraerse a los turistas ilustrados que viajan por ver y aprender, tienen los países de tradición artística el señuelo de sus obras monumentales. Con sólo ellas, prescindiendo de otro cualquiera atractivo, les basta al objeto de llamar la peregrinación cosmopolita que busca impresiones de arte y prestigios de historia”.

Continúa señalando que “no es necesario unir a esos encantos de orden puramente estético las delicias de un clima dulce y benigno ni los primores de un delicioso paisaje. La élite de los viajeros intelectuales, bien lastrados de ciencia y de literatura, no se preocupa gran cosa de los accidentes pintoresco del medio físico en que se les ofrecen las bellezas arqueológica”. Para añadir que “las filigranas arquitectónicas de un templo gótico, el ambiente evocador y el aroma de poesía que se desprenden de un montón de ruinas legendarias, la hermosura convencional de un sitio consagrado por la trascendencia de un gran acontecimiento y de una efeméride memorable, la visión interior de una antigualla gloriosa, son los números de su programa y las estaciones de su itinerario”, si bien reconoce el autor que estos “viajeros sapientes componen la minoría”, un grupo exiguo que desarrolla una influencia elevada y profunda sobre los demás turistas, que pretenden seguirles y emularles en parte.

Está claro que el concepto de cultura se limitaba al patrimonio histórico y monumental, pero hoy día la cultura y su vinculación con el turismo es mucho más amplia y compleja, desde los paisajes culturales, a la cultura gastronómica o productos vinculados a los espacios donde los artistas pudieron inspirarse.

Estas cuestiones han sido recogidas por los organismos locales, nacionales e internacionales, como el caso de la Comunicación de la Comisión Europea a los distintos órganos, titulada ‘Europa, primer destino turístico del mundo: un nuevo marco político para el turismo europeo’. En dicho documento queda claro que “pueden incluir el conjunto del patrimonio en toda su diversidad: el patrimonio cultural (incluidos los itinerarios culturales), la creación cultural contemporánea, los lugares naturales protegidos, el turismo de salud y bienestar (incluido el turismo termal), el turismo educativo, el turismo enogastronómico, el turismo histórico, el turismo deportivo, el turismo religioso, el agroturismo, el turismo rural y el turismo que valoriza el patrimonio marítimo y cultural subacuático, así como el patrimonio industrial o el tejido económico de una región”.

“A tal efecto, la Comisión ha iniciado ya una cooperación con el Consejo de Europa en materia de turismo cultural con el fin de evaluar mejor el impacto y garantizar una mayor visibilidad. En los últimos años, se han puesto en marcha otras iniciativas transfronterizas, por ejemplo, itinerarios cicloturísticos europeos o rutas de peregrinación, como el Camino de Santiago de Compostela. La Comisión considera que varias de estas iniciativas saldrían ganando si se las reconociera y se beneficiaran de una legitimidad europea que garantizara su carácter transnacional. Este reconocimiento de su vocación europea puede crear la misma dinámica que la experiencia exitosa de las ‘Capitales Europeas de la Cultura’, que actúa como catalizador para el desarrollo local y el turismo, realizando cada año a escala europea un programa cultural ambicioso y atractivo”.

En este documento se hace hincapié en la necesidad de consolidar todos los recursos artísticos y culturales, incluida la creación contemporánea y los eventos. Parece mentira, pero en Canarias hemos dado lecciones de lo publicado por la Comisión Europea, tanto en el primer tercio del siglo XX, cuando Néstor Martín Fernández de la Torre lanzó la proclama de “Es necesario que hagamos de toda la vida una obra de arte", o César Manrique... Dos artistas que, a tenor de la crisis actual, deberían ser tenidos en cuenta a la hora de adoptar decisiones políticas que pueden hundir a un sector que es el que ha producido los casos de éxito más destacados de nuestra historia.

jueves, 27 de octubre de 2011

Bungacoa

Ejército de barbacoas en marcha
El coche discurre por la carretera desde la avenida principal de Playa del Inglés hacia la bajada al Anexo II, justo la travesía que recorren miles de turistas para celebrar el ritual sagrado del bautizo turístico que durante décadas ha desarrollado la religión de sol y playa que ha permitido a Gran Canaria su actual nivel de desarrollo y bienestar.

Lo cierto es que el trayecto no es visualmente agradable. Más bien, hay partes que agreden la vista y pueden dar la sensación de agobio, de enclaustramiento, con muros y construcciones que se vuelcan sobre el caminante y pegostes que afean por su falta de armonía con lo construido o lo inmediato.

De todos modos, no voy a entrar en el tema del caótico urbanismo local o la chulería de muchos a la hora de hacer lo que les dio la gana sin que nadie observara las mínimas normas estéticas para que el principal destino turístico de Canarias no se degradara. Prefiero comentarles el nuevo especímen que se ha instaurado en las construcciones turísticas que se han convertido en segundas residencias, o primeras, y que han salido del mercado turístico incumpliendo las normativas que nuestras administraciones deberían obligar a cumplir.

  • El primer especímen se identifica fácilmente: la barbacoa adosada al bungaló. La cultura del tenderete del canario post rentista que adquiere el kit de ladrillos, chimenea y parrilla metálica que se convierte en lugar de veneración del sagrado humo oloroso de chuletón o chorizo parrillero. Muy interesante y llamativo este elemento kitsch para los turistas nórdicos que lo fotografían en su paseo alucinante hacia la playa.
  • Un segundo especímen es el apartamento convertido en casa permanente. Los expertos dicen que son infraviviendas, ya que tienen menos superficie que los pisos que fueron derribados en el barrio del Polvorín, pero al socaire de las crisis y con la falta de viviendas para trabajadores del sector, han sido la alternativa evidente ante la falta de una voluntad política de impedir el auge de los lumpen edificios en Playa del Inglés. Los turistas también hacen hermosas fotos de los collage de colores,, prendas de todo tipo y color tendidas al sol, y lo que quieran imaginar.
  • En tercer lugar y no menos importante, tenemos la ladera de San Agustín, con esa trasposición del Risco de San Nicolás en versión chalés cutres que muestran su altanería contra el paisaje, las normas urbanísticas y el impacto visual que ocasionan en perjuicio del principal sector económico de la Isla.

Así pues, tenemos tres importantes impactos urbanísticos que se solucionarían con una persecución normativa, fiscal y política que permitirera recuperar el núcleo de la caldera de la locomotora económica de Gran Canaria: el territorio y el paisaje urbano del espacio turístico.

Recordemos las palabras del urbanista Eduardo Cáceres, quien criticó en la clausura de la Universidad de Verano de Maspalomas en su última edición, al afirmar que Playa del Inglés puede reconvertirse, atacando determinadas cuestiones, como es la falta de suelo, ya que hay insignificantes porcentajes de espacios para superficies libres colectivas, algún que otro terreno de nadie (solares) o campos de golf. Por el contrario, las superficies libres interiores en los complejos de apartamentos y hoteles son amplias, pero no accesibles para cualquiera, lo que lleva a una “endogamia de los resorts”.

Otro punto a atajar es la distribución y organización de las alturas, o la confusión enorme de viarios y el excesivo espacio ocupado por las carreteras y calles en las zonas turísticas.

Pero, el principal asunto a corregir es el deterioro urbanístico en determinadas zonas es muy grave (insta a tirar el 3% de las construcciones de Playa del Inglés, a lo que se sumará en breve el 39% de las construcciones de la zona). Otro desaguisado urbanístico es la presencia de un 43% de área residencial, no turística en San Agustín, al tiempo que otro 26% de los establecimientos turísticos no están reglados. Algo similar ocurre en Campo Internacional, donde el 56% son residencias privadas y sólo el 24% corresponde a establecimientos reglados.

No sé si ustedes dirán que soy pesado con ésto, pero en su momento malvendimos el territorio de mejor calidad ambiental de la Isla por la obtención de divisas (auspiciado por el gobierno central) y después hemos dejado que se deteriore y se coniverta en un barrio residencial que no aporta riqueza a Gran Canaria. Si una carretera obliga a expropiar determinadas viviendas ¿por qué no recuperamos y ponemos en el mercado esos terrenos para construcciones que permitan generar riqueza para la isla?

miércoles, 19 de octubre de 2011

Tipismo, turismo y Haute Couture

Traje 'nestoriano'
Permítanme que realice una divagación sobre el traje ‘típico’ nestoriano y el turismo en Gran Canaria. Un tema que a muchos podría parecer frívolo o alejado de lo que es el turismo, cuando en realidad es todo lo contrario. El traje nestoriano es el ejemplo más claro de lo que Néstor Martín Fernández de la Torre ideó para convertir Gran Canaria en un parque temático que atrajera turistas y éstos pudieran superar las expectativas del viaje. Asimismo, estamos ante una de las causas del éxito turístico de Las Palmas de Gran Canaria entre los años cuarenta y setenta del siglo pasado. Para comprobarlo, basta con mirar cualquier publicación (guías, revistas, folletos…) de la época donde la imagen de mujeres o parejas ataviados con el traje diseñado por Néstor tiene una presencia abrumadora.

¿Ustedes se imaginan viajar a un parque Disney y no ver a Mickey Mouse? No. En realidad, estamos ante un elemento más del producto, un trabajador anónimo que se envuelve en un disfraz fantasioso que hace las delicias de los niños y sirve para el retrato de recuerdo de la estancia en un destino turístico con sus elementos de imagen estudiados y coreografiados para lograr el éxito del mismo.

Pero Néstor fue más allá. Su visión no se limitó a concienciar a la ciudadanía con las posibilidades de desarrollo turístico, sino que planteó una arquitectura de presentación (Casa del Turista, Pueblo Canario, Parador de Tejeda…) con su mobiliario diseñado con elementos de la tradición y la arqueología, con sus espacios para la artesanía, el folclore, la gastronomía, el arte… y, sobre todo, con una presencia de personas ataviadas con trajes llenos de color y figuras llamativas que cautivaron a los visitantes durante décadas.
Los puristas y los críticos achacaron (y achacan) a Néstor muchos errores en el concepto, e incluso el Sindicato de Iniciativas y Turismo de Gran Canaria editó en 1943 un panfleto titulado ‘Notas para una historia del traje típico canario recreado por Néstor’ (descargar el libro en pdf a través de Memoria Digital de Canarias) que aporta algo de luz y mucho desatino respecto a la propia idea defendida por el artista grancanario. Hubiera bastado con recopilar los textos del creador del traje típico para aclarar toda la controversia posterior sobre la representatividad, originalidad y autenticidad del traje promovido por Néstor.

De hecho, el propio artista señala “El turismo lo entiendo como una grande y compleja industria que ha de desarrollar el país entero. Si no recobramos y acentuamos nuestra personalidad, nada podemos ofrecer al turista que le halague y satisfaga, dentro de un estilo netamente canario tenemos que revalorizar todo lo nuestro, sea moderno o tradicional, de otro modo seremos suplantados por el industrial o por el comerciante de afuera, como pasa hoy a nuestros ojos…”

De ahí que reivindique la “Necesidad de vestir nuestro traje”, para lo que señala que “También hay que resucitar nuestro traje regional. Esta resurrección implica proporcionar nuevas finalidades a industrias netamente isleñas, como la de los calados. Está demostrado que el 25% del turismo se lleva un recuerdo de la indumentaria de los países que visita, cuando no un traje completo… Nuestro traje para el extranjero puede constituir un disfraz exótico. Para el extranjero, solamente. Para nosotros no debe ser disfraz, sino nuestro traje en las horas de fiesta”.

Néstor podía estar equivocado, pero tuvo un éxito inmediato. Otras de sus propuestas podrían ser hoy motivo de escándalo, ya que abogaba por las luchas de carneros, o criticaba la mercantilización de la lucha canaria y “la desaparición de la horrible vestimenta que llevan los luchadores”, al señalar que “hay que restaurar las normas viejas: un simple calzón y una faja, uno de cuyos extremos circunda el muslo derecho, donde el rival agarra. Así se destierra eso de ‘mano arriba’ o ‘mano abajo”.

Pero lo cierto es que su objetivo estaba claro: conseguir una entidad propia como destino turístico que abarcara todas las actividades de la sociedad isleña. “Todos, absolutamente todos los canarios, somos culpables de haber liquidado nuestro pasado. Tenemos el deber de reconstruirlo y exigir que todos colaboren en esta obra y para aquellos colocados en dirigentes del país, sean los primeros en vencer la timidez y el tonto sentimiento de ridículo que en grado desesperante produce lamentablemente nuestra tierra”.
Otros califican el traje nestoriano de invención, entre cuyos detractores figura el propio Manolo Millares, quien señala en sus memorias (‘Cuadernos de contabilidad’) que “Su reforma de los atuendos populares de la isla son un modelo de desastre y una de sus interpretaciones más desafortunadas y no ‘digamos’ en cuanto a arquitectura donde, aliado con su hermano Miguel, arquitecto pesetero y de menor cuantía, ha transgredido durante muchos años el verdadero sentido de los espacios vitales convirtiéndolos en decorados-espectáculos”.

Pero… ¿las tradiciones qué son? ¿Qué podríamos decir desde estos postulados de los llamados ‘parques temáticos’ que se han construido en el mundo? Para ejemplo un espacio que va más allá de Lourdes o Fátima, como es el parque Tierra Santa en Argentina.

O, en el caso de la indumentaria ‘típica’ ¿No estamos ante una creación de alguien movido por la búsqueda de la comodidad, adaptación al medio, necesidad biológica, gusto estético, mimetismo…? Alguien anónimo cuya aportación se extiende y es asumida por la sociedad. Este podría ser uno de esos casos, con un apoyo social de clases medias y altas que encuentran en el ingenio de Néstor un estilo que se extiende a otras Islas (hubo fiestas de tipismo en Tenerife y Lanzarote) e internacionalmente, a través de miles de fotografías, fragmentos de películas, libros, folletos… De hecho, sus diseños de vestimenta no han sido superados (en éxito social, por lo menos) por los numerosos diseñadores actuales, ni el Cabildo de Gran Canaria ha apostado por recuperar a través de Moda Cálida el enorme material que éste y otros artistas adelantaron al diseño de telas y piezas originales...

No creo que haya en el mundo ninguna recreación como la planteada por Néstor, salvo si lo comparamos con los diseñadores de moda, que podría ser otra explicación… Néstor creó decorados para escenarios, trajes para los personajes de obras teatrales y una propuesta para el escenario turístico de Gran Canaria. Mirémoslo así, una moda que no ha sido efímera como las que nos muestran en las pasarelas casi a diario, o en los escaparates de Zara, donde la moda cambia a velocidad de vértigo. Estamos pues ante un visionario que sorprendió (¡¡en 1934!!) a la sociedad con una apuesta de futuro, mezcla de la belleza natural y tradicional, mezcla de aportaciones artísticas y mezcla de una ilusión colectiva. Ojalá otros tomen su testigo.

martes, 27 de septiembre de 2011

Día Mundial del Turismo

 Hoy se celebra el Día Mundial del Turismo, según designó la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1980. Este año la sede es Egipto y el tema es el acercamiento de las culturas....

En Canarias se celebran actos en diversos municipios de las Islas, los cuales han comenzado ya en algunos puntos del Archipiélago, si bien el acto central es la entrega de premios Medallas de Excelencia Turístico 2011 en la isla de La Palma.

La revista Canarii ha editado un número monográfico sobre la historia del turismo en las Islas, así como ha organizado presentaciones y coloquios sobre este tema en distintas islas (Arrecife de Lanzarote, La Orotava en Tenerife, Santa Cruz de La Palma, Las Palmas de Gran Canaria y San Bartolomé de Tirajana).

Como pequeño homenaje a esta fecha, les adjunto dos vídeos que reflejan la mentalidad y precariedad que supuso el desarrollo turístico en España. Ambas forman parte de películas que reflejan el humor ibérico (Celtiberia show, como lo bautizara Luis Carandell) y ayudarán a tener un momento de humor en estas fechas tan complicadas:


En Los tramposos, los protagonistas montan una empresa de guías turísticos que hacen verdaderas travesuras con los turistas.

En El turismo es un gran invento, se reflejan las disparidades entre la población de interior y la floreciente industria turística de la costa mediterránea.

sábado, 24 de septiembre de 2011

La historia del turismo en las Islas, en un especial de 'Canarii' que se presentará en varias islas

Portada del especial sobre turismo
Con motivo de la celebración del Día Internacional del Turismo, el próximo 27 de septiembre, la Fundación Canaria Archipiélago 2021, editora de la revista Canarii, presentará su número 22 con un monográfico sobre la Historia del Turismo en Canarias, titulado Canarias, el Jardín de las Delicias Europeo, que ha sido coordinado por Michel Jorge Millares, periodista especializado en turismo.

Los actos de presentación de la revista irán acompañados de charlas debate sobre los nuevos modelos turísticos y las perspectivas del turismo en Canarias en los que intervendrán expertos destacados del sector. El miercolés 28 de septiembre se celebrará en la Casa Salazar de Santa Cruz de La Palma (SE HA ADELANTADO EL HORARIO A LAS 10.00 horas), el jueves 29 en el Castillo de San José de Arrecife (20-00 horas), y el jueves 6 de octubre en el Museo Néstor de Las Palmas de Gran Canaria (20.00 horas).Están previstas igualmente presentaciones en Tenerife y Maspalomas, pendientes de concretar los detalles.

En el número 22 de la revista Canarii, monográfico dedicado a la historia del turismo en Canarias, participan diez historiadores y expertos sobre esta actividad en Canarias, con artículos que abarcan una amplia perspectiva sobre el origen y evolución del sector turístico canario hasta nuestros días. Ha recibido el apoyo de Promotur que la distribuirá durante el acto de entrega de los premios Excelentes del Turismo que se celebra este año en Santa Cruz de La Palma el próximo 27 de Septiembre.

Una imagen sugerente en la portada avisa a los lectores sobre el contenido de esta publicación, con una versión singular del cuadro de El Bosco El jardín de las delicias, en el que se ha incorporado la imagen de jugadores de golf y turistas tumbados sobre sus hamacas junto al dibujo del drago canario incluido por el célebre pintor en dicha obra. Esta imagen coincide con el título de esta nueva publicación: Canarias, el jardín de las delicias europeo, al recoger en el primer artículo de la misma un trabajo sobre el origen mitológico y de leyenda de la marca Canarias en los albores de la civilización, al ser conocidas como Insula Fortunae.

La apertura de los primeros hoteles en las Islas, vinculado a la búsqueda de británicos y alemanes por un lugar donde recuperar la salud que les arrebató el desarrollo de la sociedad industrial. Asimismo, se incluye una selección de textos de viajeros, cuyas obras difundieron los valores y características de Canarias para las clases dirigentes de sus países de origen.

Otro aspecto destacado es la imagen que Canarias tenía para el turismo a comienzos del siglo XX, complementado con las ideas avanzadas y precursoras del turismo en Canarias, como es el caso de Néstor Martín Fernández de la Torre, quien impulsó el producto canario a través de infraestructuras y estrategias que tuvieron en cuenta lo típico y el rescate de los productos locales para sorprender al turista.

También recoge esta publicación la incorporación de Canarias al fenómeno del turismo de masas, gracias a la irrupción del transporte aéreo y, gracias a ello, el desarrollo de amplias zonas para la construcción de establecimientos hoteleros y extrahoteleros, donde se produjo un nuevo tipo de arquitectura, como es el caso de las construcciones impulsadas por el estudio creado por Manuel de la Peña, precursor del desarrollo urbanístico de Maspalomas Costa Canaria.

Otro trabajo incluido en la revista recoge los testimonios de numerosos trabajadores y ciudadanos ante la nueva situación, con la presencia de miles de extranjeros recorriendo el territorio de las Islas con otro idioma, otra cultura, otra religión, a los que los canarios bautizaron como 'chonis'.

Todo este cambio y la necesidad apremiante del Estado español por conseguir divisas para salir del subdesarrollo que vivía el país, dio lugar a la celebración de asambleas provinciales en las que el régimen franquista intentó averiguar la situación económica, administrativa, fiscal y educativa de aquellos territorios más afectados por el turismo. En dichas reuniones también participaron personalidades del mundo de la cultura y del patrimonio natural, histórico y artístico. Una apertura en un régimen dictatorial que dejó varios documentos que reflejan las inquietudes de una sociedad que veía en el turismo la gran esperanza para el desarrollo. Entre los participantes se encontraba otro icono de la historia del turismo de Canarias, César Manrique, cuya labor en Lanzarote es objeto de un artículo sobre su herencia y la necesidad de que su obra y sus inquietudes sean tenidas en cuenta a la hora de analizar las actuaciones a realizar en dicha isla.

El turismo, como cualquier otra actividad económica, está sujeto a las variaciones que se producen en los mercados: crisis energética, implantación de tasas, mejora en la eficiencia o en las infraestructuras... Numerosas variables que han dado lugar a momentos de auge y otros de ajuste a lo largo de la historia del turismo. Y, para terminar, varias páginas recogen datos, personajes y acontecimientos que se han producido a lo largo de la historia y que han conformado lo que hoy es el destino turístico de Canarias, uno de los más importantes de Europa.

La primera presentación de esta revista tendrá lugar en la isla de La Palma, con motivo de la celebración del Día Mundial del Turismo. Asimismo, cada presentación (en La Palma, Lanzarote, Las Palmas de Gran Canaria, Tenerife y San Bartolomé de Tirajana) vendrán acompañadas por mesas de debate sobre los productos, modelos y actuaciones en marcha para el desarrollo del principal sector económico en Canarias.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Política y burros en el turismo

Derribo del Hotel Dunas en Maspalomas
Este artículo lo he realizado para su publicación en el blog de Tourism Revolution, quienes me invitaron a participar con un texto en su espacio y a quienes agradezco que me dieran libertad para elegir el tema a tratar.

En medio del desierto de Nevada (EEUU), unos manantiales de agua hacían posible un pequeño vergel que un expedicionario español, Antonio Armijo, bautizó como Las Vegas. Posteriormente, en 1931, donde todo el mundo veía el pequeño oasis otros vieron la ciudad para el juego y los casinos. Con el tiempo, la mafia haría de este lugar un santuario para sus actividades de lavado (de dinero) y, ya en los años ochenta, se convertía en la ciudad del entretenimiento y el turismo que desbancó a Orlando (Disneyworld) como principal destino turístico norteamericano en los años noventa, al superar los 28 millones de turistas al año con apenas 90.000 camas hoteleras. Para que se hagan una idea, Canarias cuenta con más de 190.000 camas hoteleras (y un amplio número de extrahoteleras), pero sólo ha recibido 10,5 millones de turistas en 2010.
Evidentemente, para poder comparar ambos casos habría que tener en cuenta la estancia media en ambos destinos y otros parámetros… Pero bueno, los datos permiten ver qué cifras se mueven en estos dos casos  muy consolidados: un destino de sol y playa, insular y europeo, frente a otro de entretenimiento, en el interior del continente y norteamericano.

Recordemos que Las Vegas, como destino turístico, surgió muchos años antes que la mayoría de los lugares de turismo de masas españoles, a pesar de que la naturaleza no dotó a dicha ciudad de belleza, sino más bien al contrario. Las dificultades y la escasez (ausencia casi absoluta) de atractivo turístico marcó su impronta, empujada a una actividad electrizante, a convertirse en una ciudad pop antes de que existiera la cultura pop.

Hoy día, Las Vegas es la meca de la diversión, el festín del ocio, la visión en 3D de cualquier tiempo o lugar que pueda tener connotaciones turísticas (desde el Egipto faraónico, los piratas, la Roma clásica, Venecia… Hasta la aventura espacial). Todos los hoteles son verdaderos parques temáticos que desbordan las expectativas del turista. Un lugar que, aunque nos extrañe, genera más ingresos por los espectáculos y el comercio que por sus casinos. Sin olvidar que posee una fiscalidad muy peculiar y atractiva para la inversión y que refuerzan su marca con un marketing muy cinematográfico y televisivo, si nos atenemos a las numerosas películas y series que tienen Las Vegas como escenario y argumento.

Pero yo iba a hablar del turismo en España y, en particular, de Canarias, por lo que les ruego que tengan en cuenta el modelo de Las Vegas porque vale la pena visualizar los distintos procesos seguidos hasta ahora y fijar el momento para poder imaginar el futuro.

Nos centraremos en el periodo del turismo de masas que arranca en los años cincuenta y demuestra su potencia en los sesenta, debido a la irrupción de los vuelos charter (al pasar del avión de hélice al reactor), que hacían posible que un importante número de trabajadores de los países desarrollados pudieran disfrutar sus vacaciones en lugares alejados varios miles de kilómetros, a un precio accesible y en un vuelo al paraíso en pocas horas. Para ello, los intermediarios turoperadores ya se habían encargado de conseguir alojamientos y entretenimiento a precios tirados para cualquier oficinista o dependiente de supermercado de la Europa desarrollada.

Todo el sistema giraba en torno a la comercialización de los rayos del sol y las caricias de las olas en el mar, lo que produjo una nueva forma de colonización del espacio, pero no para saquear cosechas, capturar esclavos o robar animales. Una invasión sin batallas, sutil pero escandalosa y deshonrosa al rendir los territorios costeros de mayor valor y calidad, tanto por sus paisajes como por sus ecosistemas singulares. La actuación se extendió por casi todo el litoral mediterráneo y las Islas Canarias y Baleares. Lejos de defender los intereses de los ciudadanos y empresas españolas, las mayores rentabilidades fueron para empresas y fondos de inversión foráneos, como si se tratara de una venganza de la España agrícola contra sus costas y arenales, en una estrategia orquestada, animada y amparada por el Gobierno español, ansioso de obtener divisas extranjeras a toda costa y a costa de la costa. Las leyes, creadas para fomentar la inversión extranjera en España, dictaban la condena al litoral y, como es costumbre en este país al aplicarse leyes continentales en territorios insulares, no se tuvo en cuenta los informes del Ministerio de Información y Turismo que, en 1962, advertían la necesidad de establecer una planificación flexible en las Islas de la normativa, lo que provocó un impacto aún mayor y más grave.

La ley desarmó, aún más, un país sin infraestructuras, sin servicios administrativos, sin profesionales en el sector turístico. Fue una rendición a los intermediarios que tenían en su cartera al turista, el dinero de éste y fondos para invertir, por lo que impusieron sus exigencias con el apoyo generoso del Gobierno español, tanto en la permisividad urbanística, política, fiscal y financiera, y ejecutando, con cargo al dinero público, unas costosas infraestructuras que apenas revertían en el pueblo español. Pero, aún así, el turismo supuso para el franquismo un balón de oxígeno, aunque el beneficio económico, social, cultural, etc. pudo ser cuantiosamente mayor.

A esta orgía sobre el territorio español –en particular en Canarias- se sumó la Ley Fiscal sobre Ayuda a Países en Desarrollo, dictada en Alemania por el ministro federal de Hacienda, Herr Straus, entre 1968 y 1972. La ‘ayuda al desarrollo’ supuso la venta de espacios idílicos a precios ridículos y con unas ventajas fiscales extraordinarias para los fondos de invasión germanos. Y en España tan contentos, ya que la versión oficial insistía en que el turismo era una fiesta que generaba ingresos, cuando en realidad lo que se estaba haciendo era una mala venta de los territorios de mayor calidad, como el caso de las Dunas de Corralejo o la Isla de Lobos (Fuerteventura)… Un paraíso para inversores incontrolados e incontrolables.

Ya que hablamos de Corralejo, este antiguo poblado de pescadores se encuentra en el municipio de La Oliva. Tiene 356 kilómetros cuadrados y disponía en 1973 de 2587 habitantes (22.351 en 2010). El suelo en promoción en aquel año alcanzaba las 6.000 hectáreas, lo que daría cabida a unos 600.000 turistas. En aquellos momentos se construían 200 apartamentos y dos hoteles en medio de las dunas de Corralejo con capacidad para 1.600 camas. El municipio dispone hoy de 16.185 camas en 67 establecimientos hoteleros y extrahoteleros. El presupuesto del municipio era de dos millones de pesetas (12.000 euros) a los que se sumaba por primera vez fondos del REF (régimen especial fiscal de Canarias) con otros dos millones y medio de pesetas. En 2009, el presupuesto municipal ascendió a 26 millones de euros (unos 4.500 millones de pesetas). No había ingresos por parte de las promociones turísticas, ya que los arbitrios sobre la riqueza urbana a recaudar sumaron 1.159 pesetas (6,6 euros), pagadas por los propietarios autóctonos de casas antiguas antes del turismo. No existía planeamiento urbanístico, ni tampoco (en ningún municipio de Fuerteventura) se contaba con Interventor o Depositario de la Administración Local. Así, las Dunas de Corralejo corrieron un grave riesgo que pudo evitarse (en su mayor parte) gracias a la crisis del petróleo a comienzo de los años setenta y a la declaración como Parque Natural de dicho entorno por Real Decreto en octubre de 1982, poniendo freno a las ambiciones de Gea Fond (el fondo alemán que adquirió estos terrenos).

Pero así estaban las cosas…

El turoperador controlaba el transporte por avión, obtenía condiciones leoninas en los hoteles, organizaba las actividades en las que los turistas podían gastar el dinero en efectivo que llevaban y establecían un control directo de sus actividades a través de los guías de sus grupos de viajeros.

Como ven, hay muchos temas y aspectos que tratar, pero volvamos a la gran diferencia del destino ‘sol y playa’ español respecto a la experiencia de Las Vegas o de Orlando, ya que mientras en esos destinos se trabajaba (y se ha continuado en esa línea) para crear un atractivo cada vez más diferenciado y de gran capacidad comercial, aquí se consolidó la venta de los mejores paisajes de calidad como principal línea de negocio, gracias al sol y playa, a lo que se añadió un contenido que, lejos de promocionar y profundizar en las riquezas patrimoniales o en la creación de equipamientos de ocio sobre los que cimentar el negocio turístico, se optó por vender la marca del subdesarrollo: por un lado, excursiones a locales para celebrar barbacoas con mucho alcohol barato, rifas, cantos y bailes típicos, incluido el sombrero mexicano, a cargo de aprendices de bailarines o ‘espontáneos’ con espíritu alegre para entretener a los visitantes.

La otra actividad que no podía faltar en los ‘paquetes turísticos’ de los sesenta y setenta en la España peninsular y mediterránea eran las excursiones en burro. En un país subdesarrollado como era España, no podría imaginarse una actividad más típica e identitaria que el paseo en burro, con las risas, tropiezos, caídas, así como la venta de algunos productos de la tierra para beber y comer.

Por el contrario, en Canarias el turismo ya tenía una trayectoria y experiencia previa, así como unos profetas que habían diseñado productos que permitían una más digna representación de lo local al visitante. En particular, gracias al tipismo planteado por el artista Néstor Martín Fernández de la Torre, con su Pueblo Canario, el Parador, miradores, Casa del Turista, traje típico o recuperación de las labores artesanales. O la creación de la Casa de Colón, por Néstor Álamo. Esta labor la continuaría en Lanzarote César Manrique.

También es cierto que el turismo que venía a Canarias se distinguía por su singular estacionalidad: el invierno, época alta en las Islas, pero el objetivo del Gobierno español se centraba en conseguir la urbanización y venta del mayor territorio posible, incluidas las islas de La Graciosa y Lobos, o de los islotes de Alegranza (por diez millones de marcos) y Montaña Clara (seis millones), según informaba ABC el 24 de agosto de 1973. Nos consumía la ‘fiebre del oro’ con parcelas que hasta ese momento eran improductivas. No era de extrañar. Encima, el precio del suelo en Lanzarote y Fuerteventura se multiplicó por cuatro tras la visita del canciller Willy Brandt al sur de Fuerteventura en enero de 1973, tras operarse de la garganta, escogiendo la isla majorera para su recuperación.

Pero…el impulso de las normas del periodo Fraga en el Ministerio de Información y Turismo atrajo manadas de buitres a por dinero fácil: sin medios ni administración, se amojonaron parcelas, se vendía sobre plano y con documentos y proyectos sin aprobación definitiva, se construían urbanizaciones sin infraestructuras adecuadas o simplemente sin éstas (alcantarillado, depuración, electricidad, agua, comunicaciones…) y se producían los grandes escándalos que tendrían en Sofico el más sonado/acallado de los casos de estafa. Había germinado en la sociedad española, en su clase política y en su estructura administrativa el modelo de negocio especulativo y no sostenible del turismo, el más impopular, antisocial y menos rentable.

Un país como España dilapidó su patrimonio más valioso: el territorio de calidad, su paisaje y clima, para obtener unas parte muy reducida del negocio en forma de divisas que a su vez tendría que gastar en infraestructuras para atender a esos turistas que venían tras pagar a turoperadores extranjeros el mayor desembolso de su viaje y estancia. Mal negocio, aunque sirviera para sacar de la miseria al campesinado y capitalizar en parte (los que podían pagar los préstamos o anticipos de los turoperadores) a pequeños empresarios locales.

Esa rémora la hemos soportado durante décadas. Incluso los empresarios ‘del país’, aquellos que en Canarias están dispuestos a invertir en modernos, lujosos y atractivos complejos y resorts, se encuentran ahora atados de pies y manos por la implantación de normas que pretenden poner punto final al despilfarro del territorio. Lo que no se hizo contra los depredadores llegados de fuera para especular y obtener el máximo beneficio, se impuso desde los ochenta a los empresarios que quieren impulsar el desarrollo turístico no especulativo, con nuevos productos y equipamientos con altos niveles de calidad y excelencia…

Aún así, seguimos (casi) con el mismo burro… Hay mejores equipamientos, establecimientos especializados, mucha profesionalidad… Pero seguimos con el mismo producto: sol y playa (y en Canarias el clima). De hecho, los principales parques temáticos, los más costosos, salvo el caso de Terra Mítica (iniciativa pública que ocupó 450 hectáreas de suelo no urbanizable con una inversión de unos 400 millones de euros), se han realizado en lugares que no tienen que ver con los destinos turísticos de sol y playa (en éstos encontramos parques te tipo medio y muy inferior coste: Loro Park, Siam Park –que costó unos 50 millones-, Palmitos Park…), como el Warner Madrid (380 millones de euros más otros 86 pagados por la Comunidad de Madrid para sus accesos por autopista y tren), Xanadú Madrid (más de 360 millones de euros para poder esquiar todo el año), o el Port Aventura en Salou, con sus más de 800 hectáreas de las que se han ocupado unas doscientas para una inversión inicial de 300 millones de euros.

Seguimos con el producto estrella de sol y playa; acompañado de diversos parques temáticos sin alcanzar el nivel de ‘marca’ creado por Disney; con una excelente imagen de nuestra gastronomía; infraestructuras más modernas y de calidad; puesta en valor del patrimonio, etc. Cosas que tuvieron que potenciarse y evolucionar desde los primeros pasos del turismo. Pero… ¿hasta cuándo vamos a esperar para revolucionar el sector? ¿A qué viene tanto miedo a tirar construcciones, recuperar espacios de calidad y levantar nuevos y sorprendentes establecimientos? ¿Por qué no nos decidimos a crear el destino de entretenimiento –que no de botellón- para el turismo europeo? ¿Esperaremos a que otro país mediterráneo –ya libre de dictatorzuelos corruptos- nos tome la delantera?…

Año tras año gastamos millones y millones en estudiar los mercados turísticos y los perfiles de clientes. Añadimos a eso millones y millones en promoción y vuelta a vender lo mismo en ferias a las que van supuestos profesionales de un sector que ya cambió radicalmente (no he visto por ahí a Mark Zuckerberg o a los creadores de Google, que es por donde van los tiros de la nueva comercialización), y mantenemos recursos obsoletos, pero la marca sigue siendo la misma y España continúa a lomos del burro y la barbacoa, eso sí, ahora la música es de Georgie Dan y no la canción ‘Y viva España…’ que compusieron los belgas Leo Caerts y Leo Rozenstraten…

"Que bonito es el Mar Mediterráneo,
su Costa Brava y su Costa del Sol.
La sardana y el fandango me emocionan,
porque en sus notas hay vida y hay calor.
España siempre ha sido y será
eterno paraíso sin igual...."

lunes, 5 de septiembre de 2011

Aire… el nuevo souvenir

Very tipical souvenir
La irrupción del low cost en las comunicaciones aéreas ha dado lugar a un sinfín de líneas de negocio por parte de las compañías aéreas para poder obtener del pasajero el máximo de dinero posible. Una de las consecuencias que tiene este nuevo modelo de negocio del transporte (en particular sobre el turista) es el rechazo del usuario a pagar más por el servicio y, en particular, la reducción del equipaje a la mínima expresión para no tener que pagar por el peso del equipaje o por una segunda maleta.

Esta situación perjudica a los comercios de souvenires y la venta de productos que en otros tiempos era rentable su compra en el lugar de destino (por ejemplo la sobrasada o las tortas mallorquinas), dado que conlleva un sobre coste en el momento de acceder al avión.

De ahí que, cada vez más, los recuerdos y regalos de viaje van disminuyendo en cantidad y tamaño según sea más barato el pasaje (curiosa contradicción), lo que ha puesto de moda la venta de imanes para la nevera y otros artilugios de pequeño tamaño y simbólico precio.

Lo último, aunque no tan pequeño, es la venta de aire de Praga, como recuerdo de la ciudad. El aire, supuestamente recogido en varios puntos de la capital de la República Checa, va guardado en una lata bien diseñada y se puede comprar también por Internet, con lo que el viaje no es necesario, pero bueno… Lo cierto es que ya hay gente que vive del aire, del cuento o estamos ante una campaña que complementa el lema de la conocida ciudad como museo al aire libre…

viernes, 2 de septiembre de 2011

Misioneros del tiempo libre

Los vemos con un paraguas, agitándolo sobre las cabezas de masas de gente que se agolpa en las zonas monumentales turísticas. También pueden llevar un sombrero, un pañuelo o tocado, mientras reiteran el mismo discurso sobre el estilo, el autor, las curiosidades y, también, los cotilleos de época en una especie de ‘Aquí hay tomate’ retroactivo. Unos personajes que intentan controlar el tiempo, los lugares y -cómo no- dónde gastar las pocas monedas que lleva el turista para gastar en un viaje en el que el turoperador ya ha cobrado por todo el 'paquete'.




Pues si, son los guías turísticos, personajes singulares donde los haya y que han tenido una evolución desde sus orígenes cuasi místicos (‘misioneros del tiempo libre’) hasta su profesionalización y formación reglada, si acaso se puede reglar esta singular gestión de lo intangible (el conocimiento del medio o destino)  sobre la mercancía (el viajero) a la vez que sirve de mediador de conflictos entre el turista y los operadores (alojamiento, restaurante, comercio, compañía aérea…) que controla el turoperador.

Una de las referencias más interesantes y completas sobre los orígenes del guía turístico es la que ofrece la obra ‘España a go-go. Turismo charter y neocolonialismo del espacio’ de Mario Gaviria, en la que nos hace una descripción (principios de los años setenta del pasado siglo) sobre los diferentes perfiles de personas que actuaron como pioneros de guías turísticos, un grupo heterogéneo de edades, sexo, formación y procedencias que clasificó como:
  • Amigos de la vida en países cálidos con la posibilidad de pequeñas aventuras.
  • Líderes frustrados.
  • Personas muy necesitadas de respeto y de contactos personales.
  • Personas (y estas son la mayoría) que pueden obtener en España sueldo que con su preparación y por la ausencia de títulos superiores no podrían obtener en su país de origen.
  • Personas movidas por un espíritu muy parecido a los de los boys-scouts.
  • Personas con un espíritu de misionero del tiempo libre.
El libro referido se atreve a realizar una definición más concreta del guía, como un “profesional de la manipulación psicológica y económica. Al servicio del turoperador, hace que el turista que ha venido a través de éste crea que todo está bien, a pesar, asimismo, de los fallos evidentes que se produzcan en la organización. Hace y consigue también que el turista compre el mayor número de excursiones que él vende y vuelva a viajar al año siguiente con el mismo turoperador”.

Evidentemente, en aquellos años, eran “raros los guías que logran permanecer ocho o diez años en la profesión, ya que se dedican a un trabajo muy duro que acaba afectándoles en su propia psicología, en forma de escepticismo hacia el género humano y de desconfianza respecto a la trascendencia de las relaciones entre los hombres”.

Y es que, como señalaba una guía entrevistada por el equipo redactor de este estudio: “El mundo del turismo es un mundo sin nada. Es un mundo vacío… No es un mundo, es un modo de vida… No hay que tener profesión… Hay que tener cualidades, todas y ninguna…”

Antes de esta obra, en 1959, se realizó una extraordinaria película ‘Los tramposos’ con un guión inteligente, cómico hasta la genialidad y una interpretación extraordinaria de los actores. El guión nos muestra una forma de entender el turismo de aquella época de subdesarrollo y miseria: los protagonistas – unos pícaros estafadores- deciden montar una empresa turística propia  para hacer viajes guiados por Madrid. Para ello, alquilan un autobús a un chófer, aprovechando el rato libre que le deja el trabajo. Cuando ya tienen reunido a un grupo de turistas, se presenta el chófer para comunicarles que necesita el autobús para un entierro. Improvisando, llevan a todos los visitantes al entierro como parte del recorrido turístico. Más tarde los llevan a una taberna a degustar (en grandes cantidades) vino español. A pesar de no haber realizado nada del itinerario previsto, los turistas quedan encantados y el negocio resulta ser un éxito.

Mucho han cambiado las cosas. Hoy día el guía turístico tiene que tener titulación oficial y es un profesional formado para ese mundo vacío que es el turismo. Gracias a que ha imperado la cordura, los guías ya reciben la acreditación tras finalizar los estudios, una credencial que (y esto no sé si fue una leyenda urbana o una pesadilla) hasta hace poco no recibían si no hacían un número de horas determinadas de ejercicio de la profesión, horas que no podían realizar porque no disponían de la acreditación… La pescadilla que se muerde la cola.

De hecho, turistas misioneros o vocacionales de aquellos tiempos quedan pocos pero muy militantes, a pesar del escepticismo acumulado durante décadas de decadencia y pérdida de referentes (en el caso de Canarias: paisaje, paisaje y paisaje, como dijera el amigo y excepcional ejemplar de guía turístico, Isidro Ramos).

Y el futuro... Todavía hay mucho turista analógico que necesita de guía para moverse y para que le ordenen el viaje, pero la irrupción de la transparencia a través de Internet, junto al low-cost en vuelos y ofertas en alojamientos y otros servicios transforman radicalmente el perfil del turista y los modos de obtención de lo que busca el viajero. De hecho, cada vez son más los destinos que cuentan con audioguías o guías en vídeo de descarga que, aunque muy interesantes, no dejan de ser  un rollo. En muchos casos, porque los políticos han recibido la oferta de las universidades para realizar dichos trabajos y no todo lo que sale de la Universidad vale para el mundo real (que, por cierto, tampoco tiene mucho que ver con la política).

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viernes, 19 de agosto de 2011

La estrategia turística canaria invisible

Portada del libro
Ya en los primeros trabajos sociológicos sobre el turismo de masas (‘de sol y playa’, si así lo prefieren) en España, dirigidos por Mario Gaviria (‘España a go-go. Turismo charter y neocolonialismo del espacio’, 1974;  o ‘El Turismo de playa en España: chequeo a 16 ciudades nuevas del ocio’, 1975), se nos muestra claramente la política de turoperadores y agencias en busca de un beneficio máximo, un objetivo que marca una estrategia a través de la cual se pretende “introducir al ‘hombre acrítico’ dentro del circuito del consumo turístico, prometiéndole el acceso a mundos míticos presentados de forma que su gozo resulte posible, por lo que las vacaciones adquieren un matiz de incuestionabilidad que imposibilita toda reflexión y, desde luego, toda crítica”.

Es así que las agencias y turoperadores nos ofrecen el sueño impreso en grandes catálogos especializados según los destinos, tipos de turismo, o por ofertas, donde la identificación del posible cliente con los modelos humanos que aparecen en las fotografías está garantizada por la falta de definición (edad, estatus económico…) y que resaltan a las propias vacaciones como si fueran un producto de primera necesidad y obligado consumo.

Lo cierto es que las vacaciones se convierten (desde que los charter las transformaron en el fenómeno de turismo de masas) en el mecanismo para extraer una última plusvalía de los trabajadores –clases medias y bajas- a quienes manipulan a través del control de los turistas desde el país de origen para así presionar y conseguir las mejores condiciones (en ocasiones leoninas) de los destinos turísticos, ya que éstos, los Estados receptores, han sido sustituidos en su papel de productor turístico, papel que se atribuyen los turoperadores, lo que les permite manipular a su antojo los  valores paisajísticos o culturales, los establecimientos y su ubicación los territorios de mayor calidad que existen en el mundo. Eso sí, gracias a la complicidad de quienes creen que otro turismo no es posible.

De ahí que los grandes turoperadores y agencias lleven a cabo una labor de control económico a través del producto principal: el turista, mediante la amenaza de la sustitución por otros destinos o establecimientos. De hecho, los folletos presentan una premeditada homogeneidad de todos los establecimientos y destinos, se evitan presentaciones privilegiadas y así, si lo necesitan, pueden derivar la demanda según sus pactos económicos. De esta forma, el folleto ha servido para que el turista decida consumir vacaciones, pero no para elegir el lugar concreto donde llevarlas a cabo con vistas a lograr el riguroso control del consumo turístico por parte del turoperador, ya que apenas está insinuada en dicha propaganda que el viajero pueda salir del hotel salvo en las visitas acordadas (y pagadas). De hecho, el análisis de dichos documentos permite comprobar que el tratamiento referido al mar vende más la certeza de su existencia que la posibilidad de su uso para los destinos de sol y playa.

En este escenario se desarrolló el destino turístico de Canarias, en especial tras la puesta en marcha de Maspalomas Costa Canaria en 1962, si bien en sus primeros momentos existió un comité técnico que supervisaba y decidía las cuestiones urbanísticas y arquitectónicas, por lo menos fue así hasta que el Ayuntamiento se 'hizo grande' y dotaron a la Corporación de funcionarios y a su política urbanística de decisiones en despachos que -al calor del esplendor del vellocino de oro- modificaban normas y usos al arbitrio de intereses particulares.

Así se consolidó el sur de Gran Canaria como un destino charter, de masas, de sol y playa... Un destino 'commodity', o mercancía, genérico, básico y sin mayor diferenciación entre sus variedades. Precisamente, lo que buscaban los interesados en poder desplazar a sus turistas hacia otros destinos según el beneficio que pudieran obtener.

Las imposiciones de los turoperadores obligaban a reducir precios y, por tanto, rebajar costos y aumentar la ocupación para poder lograr beneficios, lo que da lugar al hotel mecánico, transformado en ‘fábrica’ de vacaciones bajo la obsesión de encerrar al turista en el establecimiento para que realice el gasto en el mismo. Así, durante todo este periodo de casi medio siglo, los turoperadores han actuado como oligopolios de demanda, con una fuerza superior a la oferta que no ha sabido diferenciarse y posicionarse con una oferta que supere las barreras de los intermediarios de la demanda.

De ahí que, señala Gaviria, “conjugado con el enorme desinterés por el paisaje, muestra la verdadera imagen de un tipo de vacaciones, de un tipo de turismo nacido a partir de la década de los 60 y que permite a las clases media y baja de los países industriales gozar del sol y del buen clima, así como de una diversión garantizada fundamentalmente por el constante consumo de alcohol a bajo precio”.

Por ello, insisto, las políticas llevadas a cabo en Canarias no han servido para crear una oferta que supere el sambenito de turismo de masas, el tópico del sol y playa (y clima) y que conviertan a Canarias en un destino atractivo diferenciado de sus competidores, capaz de atraer público de todas las edades y que deseen venir a las Islas sin que puedan ser manipulados por los turoperadores y sus intereses especulativos.

Tenemos el mejor clima, excelentes instalaciones y una planta alojativa suficiente y de calidad, equipamientos e infraestructuras, experiencia y una marca consolidada. ¿Nos falta…? Un poco de audacia y crear productos que nos lleven más allá de los tópicos y dejemos de ser un destino commodity. Para ello los empresarios han de apoyar ideas y nuevas apuestas, y los políticos deben apoyar la elaboración de planes estratégicos y de marketing y dejar de distorsionar el mercado con normativas que no pueden ser aplicadas de forma general, sino en cada isla con un proyecto claro de futuro, lejos de las palabras vacías y decisiones populistas pero que conducen a la ruina del sector.