martes, 8 de marzo de 2016

La gestión turística necesita más sugestión

Metáfora del negocio y el arte...
La persona que mejor conocía a Néstor Martín-Fernández de la Torre fue Domingo Doreste ‘Fray Lesco’, uno de nuestros grandes intelectuales e impulsor de la Escuela Luján Pérez. Este visionario del turismo, autor de dos lemas de indiscutible éxito (‘Gran Canaria continente en miniatura’ y el ‘Dedo de Dios’) fue uno de los más destacados defensores de la herencia nestoriana y el mejor analista del proyecto turístico del artista.
No obstante, Fray Lesco no acertó al negar la posibilidad de que Néstor dejara un sucesor.

Por el contrario, la capacidad de Néstor para crear conciencia entre sus seguidores dio sus frutos en un grupo de que impulsaron no sólo las ideas del artista, sino también otras iniciativas de gran éxito. Entre ellos, destacaría a Néstor Álamo, Pancho Guerra, Santiago Santana, Felo Monzón y el propio César Manrique, entre otros muchos. La ‘no sucesión’ anticipada por Fray Lesco no se cumplió, afortunadamente, gracias al poder de sugerencia, de sugestión del propio Néstor, quien invitaba a “pensar en grande y en el porvenir”, dando un nuevo sentido a la vida como una obra de arte.

Y es que para Domingo Doreste, la herencia del artista tenía un sólido fundamento: “remozar viejos y perennes motivos de belleza” que se encontraban en “el suelo y las costumbres que el país atesora”. De ahí que la labor de Néstor se centrara en la propaganda pero con el objetivo de lograr apoyos sinceros, militantes, como si fuera un “predicador” para llevar a cabo una propaganda o prédica cuyo objetivo era convertir Gran Canaria en un destino de éxito por méritos propios: “preparar antes el país para el turismo”.

Néstor insistía en que los turistas no vendrían por un tacón o una cabellera oxigenada de los monarcas absolutistas franceses. Pero tampoco se sentirían atraídos por el desastroso impacto de las construcciones y la pérdida de la riqueza natural del paisaje, sustituido por construcciones estandarizadas (no es un problema actual, ya que sufrimos desde hace más de 90 años este atentado paisajístico), implorando reconducir la situación para potenciar la belleza del paisaje que era una de las delicias que Gran Canaria podía ofrecer al turista.

También luchó por recuperar lo auténtico -“que queda poco”- y “contra la creciente mediocridad igualitaria”, con su 'estilo canario' que facilitaría el desarrollo de industrias típicas de canariedad con detalles que se podrían comercializar si se sabía comunicar adecuadamente lo original. Una originalidad que ha de inspirarse en los fundamentos y motivos tradicionales, condicionados a las necesidades y exigencias del turismo que busca colorido y alegría, con creación artística sin falsear. Con la premisa de ‘exagerar la limpieza’, una necesidad que hoy día es todavía más angustiosa si cabe, con la proliferación de vallas publicitarias, pintadas, construcciones semi ruinosas...

Pero hay otros valores que destaca nuestro artista, también en esos perennes motivos que han hecho del isleño un anfitrión que destaca por su urbanidad, cortesía, hospitalidad, cordialidad y todas aquellas atenciones extraordinarias con las que logra que el turista no se sienta en un país extraño, algo que sería imposible si no hubiera una amplia cooperación ciudadana, aunque Néstor y Fray Lesco no anticiparon otra necesidad: el dominio de otros idiomas.

A todo esto, nuestros visionarios quisieron fundamentar su proyecto turístico en la promoción del arte popular, con una exposición permanente de productos (sin prever el desarrollo multicultural que se produciría con el auge del transporte marítimo y, sobre todo, aéreo), así como el fomento de los aspectos identitarios a través de la creación de escuelas y laboratorios que facilitaran el conocimiento y perfeccionamiento de valores etnográficos en una época de auge del regionalismo. Todo ello dentro de su ambicioso plan de revalorización del país mediante la reconstrucción del pasado, no sólo de los paisajes culturales sino también de la historia y los recursos naturales.

Néstor, con la complicidad de Fray Lesco y el movimiento cultural de primeros de siglo grancanario, comprendieron y procuraron difundir que el turismo es una “riqueza invisible que se desparrama en cuantía fabulosa no alcanzada por ninguna otra fuente de riqueza”, un retrato exacto de lo que hoy día representa el sector para la economía y el empleo en la isla. Pero también entendieron que “el turismo no se atrae con una labor burocrática” por lo que hay que “atacar la raíz para que nuestro país sea turístico, restaurar lo popular para no atraer con engaños al turista” sino con lo original. Un proceso que garantiza, además, una “vida nueva, vida renovada, vida nuestra”.

Y a todo esto, la duda es si se puede llevar al presente la filosofía de Néstor y Fray Lesco para el desarrollo turístico isleño del siglo XXI, como es el caso del acuario ‘Poema del mar’ que usa uno de los títulos emblemáticos de la obra pictórica de Néstor para construir en la mejor ubicación de la ciudad un acuario, una iniciativa que el propio Néstor había propuesto hace 90 años. Pero, a día de hoy ¿estamos ante un proyecto de futuro o del pasado? ¿Sería algo original o falsear la realidad en un mundo en el que la prioridad es conservar ecosistemas? ¿Es ése el uso adecuado para un privilegiado espacio, estación de cruceros, donde ya luce un mamotreto kitsch de centro comercial? ¿Merece tantos privilegios fiscales y administrativos un proyecto elaborado por foráneos, construido por foráneos y que sólo creará 16 empleos? Probablemente dinamice la zona, como podrían dinamizarla otras iniciativas, pero ahí están subsistiendo el centro comercial y el Museo de la Ciencia que también apuntaban a revulsivo económico...

Pero.., ¿hay otras opciones? ¿Se puede hacer un poema del mar que no esté ligado a un zoo? Particularmente creo que sí. Incluso planteé al anterior alcalde, al presidente de la Autoridad Portuaria y a la actual concejala de Cultura y al de Participación Ciudadana  la posibilidad de utilizar ese espacio para la exhibición diaria de videomapping (un espectáculo visual que recrearía la obra de Néstor y podría congregar miles de personas en la zona de cruceros del puerto) que no supondría la ocupación permanente del espacio y que podría dar lugar, además, a la celebración del Festival Internacional de Videomapping, lo que serviría para situarnos en la vanguardia del desarrollo tecnológico y artístico mundial, potenciar la industria cultural y tecnológica local, y atraer a los mejores videocreadores del mundo para aprovechar su conocimiento. Me sigue extrañando que esta iniciativa no haya tenido el veloz recorrido de las iniciativas de Kiessling. Creo que saldría más barato que los 600.000 euros que el Ayuntamiento deja de recaudar en exención de impuestos al propietario de Loro Parque.

No es nueva esta situación. Ya he tenido experiencias similares, como el rechazo a la celebración del Festival Mundial de Circo Acrobático Pinito del Oro, en su ciudad de nacimiento, o cambiar espectáculos foráneos como el Don Juan por la ruta de La Perejila y el humor isleño, a pesar de que saldría más económico y daría actividad a humoristas y creadores grancanarios... Y suma y sigue una realidad política en la que prima la gestión pero no se promueve la sugestión y la ilusión.

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