miércoles, 15 de junio de 2016

El faro de las ocasiones perdidas

Faro, charca y palmeral en 1925.

Si hay una obra de ingeniería emblemática en Gran Canaria, la más retratada y evocadora de la isla, es sin duda el faro de Maspalomas. Uno de los hitos de ingeniería que fuera realizado por el ingeniero Juan de León y Castillo. Pero, también como tantas cosas, es uno de los más grandes despropósitos que esta 'cagada de mosca en el océano' (como acertadamente definiera Pancho Guerra a las islas) que nos cuesta un dineral en proyectos inútiles, años perdidos y una solución definitiva propia de la mediocridad de los políticos a los que ha tocado participar en esta errática travesía cuyo desenlace va a ser otra oportunidad perdida.

Amén del baile administrativo entre la Autoridad Portuaria, Ayuntamiento y Cabildo, cada cual quitándose el 'muerto' de encima y sin una idea clara de la gran oportunidad que supone este icono en el corazón del principal destino turístico de Europa en invierno, nos encontramos con un proyecto que lleva años para ejecutarse que supondrá un uso poco atractivo (en mi modesta opinión) para servir como revulsivo de atracción turística: un museo o centro etnográfico e histórico de Gran Canaria.

Atrás quedan las inversiones de mantenimiento que realizó el Ayuntamiento tras recibir el edificio, para que una alcaldesa se desentendiera de esta joya y cediera al Cabildo la titularidad y el liderazgo. Un Cabildo que lleva casi ocho años para dar uso al edificio, con muchísimo dinero gastado (y lucro cesante), sin escuchar la voz de quienes abogábamos por una idea innovadora y moderna para ese espacio, frente a la creación de un nuevo centro artesano y etnográfico que tiene su sentido y razón de ser, pero que no deja de ser una más de las ofertas de este tipo que hay en la isla y que no aporta nada novedoso a la oferta internacional que debe distinguir los destinos turísticos.

Pero lo que más me apena es que la primera reunión que mantuvimos para los preparativos del 50 aniversario de Maspalomas Costa Canaria, en octubre de 2011, fue con el entonces consejero del cabildo Juan Domínguez, responsable de la Consejería sobre la que recaía el proyecto para el faro de Maspalomas. En la reunión, con el apoyo decidido del alcalde de San Bartolomé de Tirajana, Marco Aurelio Pérez, el concejal de Turismo, Ramón Suárez, y yo como comisario del cincuentenario y portador de una propuesta que considerábamos un revulsivo (más) para el destino.

La respuesta fue negativa. Según el entonces consejero, las obras iban a iniciarse de inmediato y el concurso estaba adjudicado y cambiar el rumbo supondría perder mucho dinero. ¡¡¡Y nos lo creímos!!!

Lo cierto es que hoy, 15 de junio de 2016, casi cinco años después, escucho en la radio que no se adjudicó ni se inició ningún proyecto. Además, van a tener que destinar 600.000 euros para el proyecto de un centro etnográfico e histórico de Gran Canaria para que lo visiten los turistas. Recuerdo que hace unos dos años, el entonces consejero de Cultura, Luis Larry Álvarez, afirmó que se incluiría en el mismo edificio alguna referencia al paso de Cristóbal Colón por Maspalomas... Pero ahí está, sin proyecto ni con posibilidad de que se abra en breve.

Yo, qué quieren que les diga. Harto estoy de la falta de visión de los políticos, pero más doloroso es la falta de gestión que es lo único que podría salvar su paso por el control y uso (o abuso) del dinero de todos los contribuyentes.

Lo cierto es que perdimos la oportunidad de contar en el faro de Maspalomas con el primer Centro de Interpretación Mundial del Turismo, apoyado por la Organización Mundial del Turismo y que diera al visitante las claves de la importancia de Gran Canaria y el Archipiélago como destino turístico a lo largo de la historia de la Humanidad. Una oferta única en el mundo para un destino también único. Así nos va y otra vez será...

viernes, 3 de junio de 2016

Sol y playa… ¡Y agua!


Sorprende que el principal sector económico de Gran Canaria se haya dado de narices contra la puerta del Consejo Insular de Aguas, al no lograr representación en dicho órgano por el veto del presidente de la Confederación Canaria de Empresarios, Agustín Manrique de Lara. Una decisión que ha provocado el divorcio entre la patronal turística y el dirigente empresarial, si bien este enfrentamiento tiene un trasfondo mucho más profundo y grave de lo que parece una disputa limitada a la obtención de cargos o personalismos, ya que demuestra el sistemático desprecio, ninguneo o la permanente demonización de la actividad turística en esta tierra.


Es significativo que en el apartado 3.2.2 Turismo y Ocio, del “Plan Territorial Especial Hidrológico de Gran Canaria (PTE-04). Documento para la Aprobación Inicial. Memoria de Información” (descarga del pdf), comience el análisis con frases como “La urbanización ligada al turismo puede suponer un riesgo de daños futuros sin una planificación territorial ligada a la protección frente a inundaciones. Asimismo, supone un riesgo cuando la planificación territorial no va ligada a la disponibilidad de recursos actuales y futuros pudiendo provocar situaciones futuras de déficit en la atención de la demanda que pueden verse agravadas por situaciones de subidas en el precio de la energía o por falta de presupuestos para afrontar el mantenimiento de todas las instalaciones”. El lenguaje empleado, amenazante y casi apocalíptico, no tiene nada que ver con el que se utiliza en los demás sectores económicos y de consumo de agua siendo, además, los que más agua de calidad consumen, más pérdidas contabilizan y actúan con menos eficiencia en la gestión de los escasos recursos de agua de la isla.



Francamente, no me cuadra que el sector que más empleo, renta, ingresos fiscales y menos ocupación del territorio se encuentre con el rechazo para poder entrar en el organismo que regula la gestión del agua en la isla. Basta ir a los gráficos elaborados por el Consejo Insular de Aguas para constatar que el porcentaje de agua que utiliza el sector turístico es el ‘combustible’ que da vida a la actividad más rentable (hoy por hoy) y que ocupa a la mayor parte de la población. Además, habría que ver hasta qué punto se puede aplicar a este sector todo el consumo que se le adjudica, ya que si miramos los datos desglosados por municipios nos encontramos con que los dos términos municipales que acaparan casi toda la oferta turística (San Bartolomé de Tirajana y Mogán) ocupan, además un tercio del territorio de la isla. Pero es que, encima, San Bartolomé lidera el ranking insular del municipio que menos pérdidas de agua registra, no así el caso de Mogán, donde debe mejorar considerablemente la gestión del agua. Y eso sin olvidar el escándalo mayúsculo que ha supuesto la gestión de empresas de abastecimiento de guas (públicas que fueron privatizadas para "mejorar la gestión") como Emalsa.


Otro dato interesante es que estos municipios turísticos consumen más agua desalada que el resto del territorio. Asimismo, los usos recreativos (campos de golf y otros relacionados con la oferta turística complementaria) se abastecen en un 70% con agua regenerada (depurada).


Con estas cifras, es más que sorprendente que se impida al sector turístico que pueda participar como miembro de derecho del Consejo Insular de Aguas. Es preciso que ése recurso sea gestionado adecuadamente y si hay algún sector que puede demostrar su eficacia es el turístico. Pero es que, además, el sector turístico necesita que se gestione mejor el agua, que éste recurso sirva para mejorar el paisaje insular porque sólo así se puede mejorar el destino para atraer y fidelizar a los turistas. Miguel de Unamuno afirmó que “el agua es el alma del paisaje” y así lo sabe el sector turístico. Tanto el paisaje natural como el transformado por la actividad humana (incluido el turismo). Por ello, al igual que a la patronal turística, nos asaltan varias preguntas ¿Tienen miedo los aguatenientes a un mayor control y eficacia en la gestión del agua? ¿La “sostenibilidad” de turismo no conlleva el mejor uso de los recursos? Entonces… ¿A qué viene ése rechazo a la participación del sector turístico en el Consejo Insular de Aguas?