miércoles, 19 de enero de 2011

Política turística en Canarias, el cambio necesario

Charca de Maspalomas, antes Oasis
La ya histórica vinculación de Canarias con el turismo me lleva a una reflexión acerca de las áreas políticas y administrativas a las que los representantes de la ciudadanía (me gusta más que decir ‘clase política’) establecen dentro de sus organigramas departamentales. Y no es asunto baladí porque tras esa conceptualización podemos intentar comprender las posibles intenciones que se tienen por parte de nuestros gobernantes acerca del turismo, el más destacado sector económico de las Islas Canarias, que no es poco…
No siempre el turismo estuvo en manos de políticos, aunque tampoco es reciente la lucha entre la sociedad civil y la maquinaria política y burocrática en su afán de recortar espacios de participación, ya que mucho antes de que todo lo relacionado con el turismo quedara en manos de la administración varios entusiastas grancanarios se volcaron en el progreso de la isla, para lo que crearon entidades como el Gabinete Literario o la Escuela Luján Pérez. Muchos de los personajes vinculados a estas instituciones promovieron la sociedad Fomento y Turismo en 1915, para potenciar un sector que hasta entonces estaba a cargo de un Comisario Regio de Turismo… Esta sociedad Fomento y Turismo fue disuelta en 1928 coincidiendo con la dictadura del general Primo de Rivera. En ese año se constituyó un Patronato Provincial de Turismo, cuya efímera existencia apenas dio resultados. En 1931 se creó la Junta de Turismo y en 1934 el Sindicato de Iniciativas, con la participación de un grupo de ciudadanos entre los que figuraban Fray Lesco y Néstor Martín Fernández de la Torre.
A pesar del largo periodo que discurrió desde la Guerra Civil, la Guerra Mundial y posguerra, el Sindicato se mantuvo y planteó diversas iniciativas -algunas peregrinas como la construcción de un aeropuerto en el actual barrio de Escaleritas-, y otras que quedarían para generaciones futuras como el Pueblo Canario o la Oficina de Turismo del parque Santa Catalina, fruto de la visión y liderazgo de Néstor. Este protagonismo de la sociedad civil no gustaba a la administración del momento –ni después de la muerte del dictador-, por lo que en 1950 la Junta Provincial de Turismo propuso la disolución del sindicato, lo que no se llevó a efecto por intervención del Gobernador Civil, si bien se obligó a coordinar los servicios, a establecer censura previa a la propaganda que realizara el Sindicato y a su revista ‘Isla’, así como a seguir las directrices políticas de la Junta Provincial y otras medidas.
En los años sesenta, el auge de los vuelos charter coincidiría con la celebración en Gran Canaria y Tenerife (noviembre de 1963) del congreso mundial de SKAL clubs, cuyo éxito haría posible la celebración en Canarias del primer congreso mundial de la Federación de Agencias de Viajes (FUAV) y de Expotur a finales de 1967, demostrando el dinamismo y capacidad de la sociedad civil (empresas y entidades ciudadanas) para desarrollar los más importantes eventos realizados en las Islas con una proyección internacional sin precedentes en España. El ‘boom’ turístico en las Islas fue espectacular generando una extraordinaria entrada de divisas por los visitantes y la inversión extranjera en las zonas turísticas.
Los setenta arrancaron con los graves problemas ocasionados por la crisis del petróleo y la transición política española (aquí agravados por la entrega del Sahara a Marruecos y el retorno de miles de canarios desde la antigua colonia), se inicia el proceso preautonómico con las Juntas preautonómicas presididas por dirigentes de la UCD: Alfonso Soriano Benítez de Lugo (1978), Fernando Bergasa Perdomo (1979), Vicente Álvarez Pedreira (1980) Fernando Bergasa Perdomo (1981), Francisco Javier Ucelay Sabina (1982), sustituido el mismo año por el socialista Jerónimo Saavedra Acevedo que accedería a la presidencia del primer Gobierno de Canarias en 1983. Es en este Gobierno cuando se crea la primera Consejería que gestionaría el sector turístico, dirigida por Dolores Pallicer, que incluiría salvo en alguna ocasión el área de Transportes como sucedería con Miguel Zerolo, Lorenzo Olarte, Juan Carlos Becerra, José Juan Herrera Velázquez, Manuel Fajardo y, en la última legislatura, nos encontramos con una Consejería exclusivamente turística con Rita Martín Pérez, cuyas competencias asumiría Paulino Rivero, presidente del Gobierno directamente con un viceconsejero al cargo del área, Ricardo Fernández de la Puente Armas.
La Consejería de Turismo conto con un ‘brazo ejecutor’ en la empresa Saturno (posteriormente, Promotur) que han puesto en marcha diversas iniciativas, desde una central de reservas a una red de hoteles y restaurantes escuela entre otras.
En el ámbito de los Cabildos la situación no era ni mucho menos satisfactoria. El 22 de octubre de 1975, la Mancomunidad de Cabildos volvió a crear el Patronato Provincial de Turismo, mientras se dejaba sin recursos y  actividad a entidades como el Centro de Iniciativas y Turismo (a la que sus miembros dedicaban su tiempo, ideas, análisis y dinero para colaborar en el desarrollo turístico de la Isla), negándole el espacio para el centro de información turística y ayuda económica para sus iniciativas.
En el caso del Cabildo grancanario, se crea el nuevo modelo de Patronato Insular en 1998, con la presidencia en manos del presidente insular y un consejero delegado, entre los que han figurado Jesús Gómez Rodríguez, Andrés Herrera Trujillo,Enrique Martín Cabrera, María Concepción de Armas Fariña, José Juan Cardona y Roberto Moreno Díaz, consejero de Turismo, Innovación Tecnológica y Comercio Exterior.
Caso aparte es el de Lanzarote, donde la presencia de César Manrique y su obra obligan a mantener un departamento para los Centros de Arte, Cultura y Turismo, si bien se mantiene aparte el Patronato de Turismo y el área de Cultura dentro de la Consejería de Educación y Cultura… Posiblemente un potaje de competencias repartidas en distintas áreas del organigrama cabildicio.
Esta realidad nos lleva a plantear la cuestión de la siguiente forma: si Néstor Martín Fernández de la Torre y César Manrique demostraron que el turismo en Canarias ha triunfado gracias a reunir los elementos culturales, artísticos y el tratamiento del paisaje… ¿Por qué nuestros gobernantes no intentan continuar por esa línea? ¿Es tan peregrino que se creara la Consejería de Turismo y Cultura, dejando Transportes para Obras Públicas…? ¿No se contribuiría de esa manera a relanzar Canarias como destino con nuevos productos que permitan poner freno al ocaso de un modelo agotado? ¿Cultura no queda limitada al quedar bajo el ‘paraguas’ de un organismo ‘academicista’ y ‘reglado’?
Cierto es que el turismo es una actividad transversal, un sector que tiene que ver con numerosas áreas de gestión política y que –además- en Canarias debería estar en el nivel máximo de gestión política de nuestros gobiernos locales, insulares, autonómico y, sobre todo, con un apoyo mucho mayor por parte del Gobierno del Estado. Pero no… Aquí el turismo tiene que ver con el transporte y se relega a partidas presupuestarias casi simbólicas en comparación con su peso en el PIB, cuando todos reconocen que es la ‘locomotora’ que tira de la economía de Canarias, como bien han comprobado algunos alcaldes y técnicos locales que convertido su patrimonio en escaparate vergonzoso de su enriquecimiento ilícito (con un sistema judicial que durante décadas ha mirado hacia otro lado).
el turismo en Canarias ha sido impulsado por la sociedad civil y, fruto de ese apoyo social, logró la implicación de artistas que pusieron en valor los recursos intangibles culturales, nuestro clima y naturaleza para convertir Canarias en uno de los lugares que más turistas atraen de Europa. Sin embargo, la obsesión de la politocracia y la burocracia ha sido apropiarse del tópico del ‘sol y playa’ para justificar su mediocre balance mientras desmantelaban todo el apoyo social –con su altruismo y actitud crítica, errores y aciertos- para llevarnos a un estado vegetativo y al borde del precipicio. Una situación ante la que tendremos que invertir grandes sumas de dinero a través de consorcios de rehabilitación que usan del concurso público para copiar soluciones de otros lugares, sin originalidad ni imaginación, e intentar seguir recaudando impuestos hasta que se hunda la nave, definitivamente.
Por eso, es necesario y urgente cambiar el modelo. Revisar todo el sistema y abrir ventanas y puertas para que la sociedad empuje de nuevo en busca de un destino turístico que ilusione a la ciudadanía y nos sitúe como un destino en este nuevo paradigma global e interconectado.

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