lunes, 3 de diciembre de 2012

Los primeros suecos de Maspalomas

Portada del libro
Acaba de publicarse un interesante libro por iniciativa de la comunidad nórdica en Maspalomas. La obra, 'Los pioneros' cuya autora es Birgitta Frejhagen, tiene unas 170 páginas con una serie de crónicas y personajes de la historia reciente de Gran Canaria. Centrado en el desarrollo turístico de la zona de San Agustín y Maspalomas, este trabajo supone un excelente documento con una perspectiva muy interesante y nunca antes abordada de la implicación nórdica en el desarrollo turístico de Gran Canaria y la personalidad que esta comunidad imprimió a este destino el conocimiento, la tecnología y el espíritu nórdico de perfeccionismo, diseño y durabilidad.

De los primeros nórdicos que llegaron a Gran Canaria y a su capital tranquila, con una extraordinaria playa, un Pueblo Canario que permitía disfrutar del encanto del ‘tipismo’, la Casa del Turista, museos, iglesia, numerosos cines y agradables parques con cafés y terrazas entre las que destacaba el Catalina Park, con sus tertulias, encuentro intercultural y bohemia parsimoniosa.

Poco a poco fueron abriéndose restaurantes para nórdicos, más espacios para el turismo y, sobre todo, más turistas que tenían claro su objetivo: sol, calor, buen clima, cerca del mar, seguridad, comodidades y, a ser posible, un entorno social lo más nórdico posible, si bien existía una gran abismo entre la religión, cultura, política y la situación laboral de los nórdicos respecto a la de la España de la dictadura.

El libro de los pioneros recoge la ‘aventura’ de numerosos nórdicos que decidieron trabajar en Gran Canaria, en particular en la zona de Maspalomas donde se gestó el nacimiento de una ciudad concebida para los turistas y que fueron partícipes en su desarrollo y ejecución. De hecho, Bertil Harding, fue el artífice de los primeros vuelos charter desde Suecia en los años cincuenta. Con el vinieron también los guías turísticos y los primeros empresarios que abrieron restaurantes. En aquellos tiempos se le podía encontrar alojado en una caseta en Maspalomas, hasta que después de varias peripecias decidió montar su primer charter en la navidad de 1957. Hasta 1964 se realizaron vuelos con pequeñas compañías: Kanarie Resor, Europaflyg, Ungdomens Resebyra, Brodin Resebyra, Independente Air Travel, Transair... y otras que fueron absorbidas posteriormente por Fritidsresor, Ving, TUI o Thomas Cook.

Muchos de estos nórdicos se decidieron a viajar a Gran Canaria por el clima para poder mejorar su calidad de vida frente a enfermedades pulmonares que auguraban -a juicio de sus médicos- una vida muy corta en sus países de origen. De hecho uno de los más importantes y duraderos equipamientos que crearon los suecos fue el centro Svenska Re, financiado por varias grandes empresas para disponer de un lugar para la rehabilitación de sus empleados, aunque más bien se dedica a la prevención lo que, a la larga, ha resultado una rentable política que evita tener que curar a enfermos en vez de mejorar el rendimiento de los sanos.

La comunidad fue creciendo, tanto la establecida en la isla como la que venía por temporadas, con lo que las empresas que crearon para atender las necesidades y gustos de los suecos se consolidaron, tanto con restaurantes (el Bellman es un histórico) o la clebración de pases de moda, peluquerías y representación de productos y servicios por los propios suecos. Hans y Lillemor Larsson, creadores del Bellman se desplazaron al sur de la isla y crearon el Café París, un establecimiento que ya es un histórico en el lugar.

La relación del conde de la Vega Grande con los suecos fue muy estrecha desde el principio.  Tras el concurso internacional de ideas, el complejo Nueva Suecia fue construido por Sven Kviborg. Un desarrollo turístico que acarreó también que la familia condal acometiera obras de infraestructura (carreteras, electricidad, presas, depuradora...) o equipamientos para turistas (La Rotonda, Sioux City, Aeroclub...).

Fruto de ese auge nórdico la esposa del emprendedor Lambert Wagner, Britta, fue secretaria del conde durante siete años (65-72) y su marido el responsable de la electricidad que abastecía el sur turístico (en otra ocasión he contado el boicot de Unelco -todavía no pertenecía al INI- a la instalación de la red hasta el sur). Un servicio eléctrico que en sus orígenes contaba con la misma calidad que Estocolmo aunque el generador se encontraba bajo el puente del barranco.

Los suecos tenían claro que debían organizarse y coordinar sus actividades, por lo que se creó el colectivo TT, una red formada por 18 empresarios suecos en Gran Canaria, entre os que figuraban los representantes de ASEA, SAD, Electrolux, Skarne International, el cónsul y otros que durante 40 años se reunieron cada mes. Otro colectivo empresarial en Suecia era el conocido como ‘Grupo de los siete’ que se reunía cada mes liderado por Nils-Henrik Oberg, entonces director de la aseguradora Flygia, su estado de salud le movió a plantear invertir en Canarias. Fue el origen de Nueva Suecia con el constructor Sven Kviborg.

Tecnología, materiales y productos suecos fueron los recursos que dieron personalidad al arranque de la urbanización de Maspalomas Costa Canaria. La construcción de Svenska Re (centro de rehabilitación y tratamiento para ejecutivos y empleados suecos) y Rocas Rojas fueron iniciativas de la empresa SAF, que se unió a la familia condal para crear MASSAF, un revulsivo en el uso de paneles de hormigón y otros productos en el desarrollo urbanístico de la zona.

Hay en este libro otras muchas historias (no todas, pero si un amplio abanico), de personas, de ausentes, descendientes, lugares, construcciones, iniciativas como la iglesia escandinava o la mezquita (promovida por un musulmán de nacionalidad sueca...), cosas que hay que buscar y saborear en el libro.

En definitva, Más de medio siglo de vinculación entre dos pueblos que comienzan, tras muchas décadas, a reconocerse como responsables, partícipes y compartidores de un pasado, presente y futuro para Maspalomas y Gran Canaria.

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