domingo, 23 de noviembre de 2014

Aromas en vena

Encuentro de scouts en Los Siete Lagares (Fedac)
El pasado viernes tuvo lugar en la Casa del Vino una jornada de análisis y difusión de la cultura del vino y el turismo denominada ‘Santa Brígida, cuna del Patrimonio Vitivinícola’, organizada por la empresa Tu destino rural y la colaboración del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Vinos de Gran Canaria, el Ayuntamiento de Santa Brígida y el Cabildo Insular de Gran Canaria. En dicho acto intervine con la ponencia “Aromas en vena. Y vino el turismo o el turismo del vino. Miradas sobre una actividad recuperable”.

Durante mi intervención, comenté que el vino tuvo una enorme importancia en la actividad económica de Gran Canaria desde la finalización de la conquista de la isla, desarrollándose y extendiéndose durante los siglos XVI, XVII y XVIII, siendo éste último el período de esplendor de la producción vitivinícola en Gran Canaria. De ello dan fe los textos de Torriani (s. XVI) cuando sitúa el vino y los cereales como los principales productos de la isla; entre este siglo y  el XVII tenemos  el reconocimiento internacional que supuso la inclusión del vino ‘Canary’ en las obras de Shakespeare (‘Las alegres comadres de Windsor”, “Enrique IV”, “Noche de reyes” y otras”) quien reconocía que este malvasía es “Maravillosamente penetrante y que perfuma la sangre”. Ya en el XVII tenemos también a José de Sosa (“Topografía en la isla fortunada Gran Canaria”) también señalando que son los cereales y el vino los principales productos de la isla, corroborado y destacado por José de Viera y Clavijo en su ‘Historia Natural de las Islas Canarias’, en el siglo que se produce el mayor esplendor de esta actividad.

Como novedades a los conocimientos (predicar en el desierto, tal como afirmé) de expertos investigadores como Álex Hansen, cité los datos aportados en el recientemente publicado libro sobre la historia de la familia condal, cuyos autores son los catedráticos Manuel Lobo y Fernando Bruquetas, quienes han descubierto en los interesantísimos archivos de esta saga documentos que dan fe de varios hechos que aportan nuevos datos a la historia de Gran Canaria. Como el que María Fernández Calva creó un vínculo en 1524 a favor de su hijo Francisco de Zurita en La Hoya de la Fuente y Valle de Casares, en Telde, que incluía parrales, lagar y prensa. Todo ello apenas treinta años después de declarada oficialmente la conquista de Canaria. A partir de ahí, el citado estudio recoge que desde Telde, a mediados del siglo XVI se extendieron los viñedos por la vega (como antes se llamaba a la zona comprendida entre Tafira y San Mateo) y las medianías por La Angostura y el monte Lentiscal, Los Olivos, Granados en Tenoya, Gáldar y Guía. Una actividad destinada principalmente a exportar estos caldos a Europa, las indias y África. Pero no era el único producto. Uno de los mayores logros de esta familia del Castillo fue la potenciación de la actividad agrícola y de la sal (en aquellos primeros siglos de nuestra historia post conquista) para la exportación. De ahí que fueran pioneros y exitosos productores e innovadores con los ingenios de azúcar, el plátano, la barrilla, la cochinilla, el tomate, así como en otros sectores (transportes, turismo…). Entre otras cosas, la familia del Castillo fue de las primeras que reconvirtió la cada vez menos rentable producción de azúcar, cambiando cañas por viñedos, como hicieron Agustín Inglés del Castillo y Gregorio del Castillo. Actividad que logró un importante impulso con Fernando Bruno del Castillo, quien actualizó y amplió sus bodegas y lagares en Satautejo o en la costa de Lairaga. Igualmente, Agustín y Gregorio colaborarían con Rodrigo de León, propietario de una nao para llevar vino a Indias, con importante éxito, relación que sus descendientes continuaron hasta el siglo XVIII. La falta de medios para combatir las enfermedades de las vides y la creciente competencia hicieron que la actividad decayera durante el XIX y el XX, no sin lograr importantes éxitos la familia condal como los primeros premios en los concursos nacionales de vino de 1857, 1860, 1869, 1873 y 1875.

Yo creo que también se produce una transformación cultural en la sociedad isleña, ya que en 1910, en la primera guía turística de Gran Canaria realizada en la isla se multiplican los anuncios en los que los comercios y comerciantes destacan entre sus productos el vino, aguardiente y licores. Así aparecen en los anuncios de Café Central, La Nueva Verbena, La Mallorquina (de Sebastián Sansó), La Puerta del Sol (de Agustín Rodríguez y Torres) o el almacén de Francisco Ortega. Estamos hablando de la época de esplendor del turismo de viajeros, con 13 hoteles en Las Palmas de Gran Canaria y otros (entre ellos el Santa Brígida o el Victoria) en la zona del Monte. Un momento en el que, además, los visitantes podían realizar la llamada ‘Vuelta al mundo’ con subida por Marzagán hasta Bandama, visita al (entonces) poblado troglodita de La Atalaya y recorrido por toda la zona vinícola.

Pero toda esa cultura y patrimonio entró en franca decadencia. De hecho, en la revista Isla (publicada por el Centro de Iniciativas y Turismo entre 1946 y 1969) no hay ningún artículo o alusión a la actividad vitivinícola ni a los vinos de la isla. Lo mismo sucede en la revista Costa Canaria (promovida por la familia Condal, bajo la dirección de Carlos Yrisarri, entre mediados de los sesenta y de los setenta), tampoco hay alusiones a este sector. Por el contrario, encontramos la creciente publicidad de otras bebidas más europeas (y más conocidas por los turistas que nos visitaban de los países escandinavos, Alemania e Inglaterra) como el whisky, ginebra, coñac, vodka… O incluso los vinos rosados o de Península. Asimismo, en la isla se van extendiendo las fábricas y marcas de ron, con una expansión de esta bebida entre los isleños que supera la del consumo del vino (Artemi, Arehucas, Guajiro, Ron miel Indias, ron Aldea…). El tipismo de Néstor Martín-Fernández sus seguidores no encontraron en la isla quien apostara por conservar y mejorar la tradición y el paisaje cultural del vino.

En este punto recordé unas manifestaciones que realizó el compositor y creador de la Casa de Colón y de la organización de la romería del Pino, Néstor Álamo, quien me comentó una vez que las borracheras en Tenerife eran parranderas porque se celebraban con vino, mientras en Gran Canaria eran trágicas por el consumo de ron (cuando se hace en exceso). En este sentido, cabe recordar que son muy pocas las referencias al vino en el folclore canarión (‘Isa gofiona’, ‘Sombras del Nublo’ o 'De Belingo’), frente a numerosas referencias al ron en el conjunto del cancionero.

¿Y qué se puede hacer en la actualidad? Tenemos unos tres millones de turistas al año en la isla. Una actividad de cruceros que puede impulsar la realización de excursiones de corta duración en el entorno de la ciudad. Tenemos unos excelentes caldos que van mejorando su calidad. Tenemos un patrimonio (lagares, bodegas…) que pese a todo conservan su potencial (único lagar de prensa por gravedad de Canarias, único lugar donde se ubicaban juntos siete lagares…) pero falta una política acertada que no genere expectativas falsas (Bodega Insular, gran fiasco…) y un verdadero plan estratégico que no sólo contemple la producción, sino la tematización de esta actividad.

Hemos tenido importantes éxitos e iniciativas. A los casos antes citados podríamos añadir que en esta isla se creó el primer club de golf de España, el tipismo como modelo turístico, el concurso internacional de ideas de Maspalomas Costa Canaria… pero también en la exportación de productos del sector primario fuimos unos adelantados. Queda claro que de haberse acometido un centro de atracción turística en los Siete Lagares, no tendría ni comparación con la Casa del Vino en el norte tinerfeño. Incluso el paisaje del Monte podría compararse en belleza al de La Geria (aunque en este caso se trate de un entorno único y espectacular). Pero dejamos pasar las oportunidades por la falta de una visión estratégica y un sometimiento a la urbanización de sol y playa que no deja todo el dinero que potencialmente podría dejar el turismo en la isla.

Para no ser menos, como siempre, finalicé mi intervención mostrando unas imágenes inéditas del monte en 1915 (de la familia Suárez Galván, de quienes he comisariado una exposición que todavía permanece en el Gran Canaria Espacio Digital con el título ‘Yo tuve un tío en América. De Santa María de Guía a Wall Street’), junto a una imagen actual para la meditación de la frase que acuñó Néstor Martín-Fernández de la Torre: “Es necesario que hagamos de toda la vida una obra de arte”


  • PD: La selección de ponentes fue muy acertada. Además de Álex Hansen y un servidor, intervinieron Luis López Parrés (Consejo Regulador DO Vinos de Gran Canaria), Yurena Álvarez Gil (Arquitecta y técnica de la empresa Tu Destino Rural), Elías Santos Guerrero (Técnico Superior especialista en Viticultura y Enología y propietario de las bodegas 'Volcán'), María del Pino Rodríguez Socorro (Doctora en Geografía, Master en Turismo y miembro del equipo investigador del Tides) e Iván Mario Reyes Rodríguez (Diplomado en Turismo, somellier y propietario de la enoteca 'El zarcillo y vinófilo, más que vinos').

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