domingo, 9 de julio de 2017

El paraíso es un paisaje y está justo al lado

El 'árbol de la vida' del edén era un drago para el Bosco.
Cada día nos preocupa más el paisaje, aquel que sentimos, el que desapareció y el que dejaremos a nuestros descendientes. Este es el tema que abordo en mi nuevo artículo de opinión en el periódico turístico Welcome to Gran Canaria del mes de julio (que puedes descargar en este enlace). Y es que el paisaje es lo que nos rodea y a la vez cómo lo miramos o percibimos. No es inmutable, pero nosotros podemos intervenir para transformarlo rápidamente o intentar conservarlo. Todo depende de que lo queramos o lo ignoremos/repudiemos. En definitiva, es el entorno que rodea nuestra piel y que no nos duele, pero nos puede dañar.

Una de las primeras menciones al paisaje la encontramos en los capítulos iniciales de la Biblia, en el Génesis (900 AC), cuando describe el jardín del Edén, donde creció todo árbol para el alimento, junto al árbol de la vida y el del conocimiento de lo bueno y lo malo (“Jehová Dios hizo crecer del suelo todo árbol deseable a la vista de uno y bueno para alimento, y también el árbol de la vida en medio del jardín, y el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo. Y Jehová Dios procedió a tomar al hombre y a establecerlo en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara”). Curiosamente, otros textos y escritores, con otras creencias religiosas, hablaron de las Islas de los Bienaventurados (Homero, 700 AC) situando la Macaronesia más allá de las columnas de Hércules (estrecho de Gibraltar). Si bien, junto al autor de La Iliada siempre me ha llamado la atención la historia de la travesía de Piteas (350 AC), aquel navegante griego que se aventuró hasta tierras escandinavas y tuvo miedo de contar lo que vio por si no le creían o lo tomaban por loco: Islas de hielo flotantes, a quién se le ocurriría tal disparate.

Y pasaron los siglos con la convicción de que el jardín terrenal existía y estaba en la macaronesia, también conocidas como las islas de los hombres felices, los campos Elíseos o el jardín de las Hespérides… Y así lo retrató Hieronimus Bosch, ‘el Bosco’, en su tríptico del Jardín de las delicias, donde Adán y Eva vivían felices junto a un drago. Y no es el único artista flamenco que tiene referencias de Canarias, ya que el comercio de caña de azúcar desde las islas con los puertos de los Países Bajos dio lugar a un intercambio de arte a cambio de dulzura. Un arte que pretendía retratar a isleños en paisajes imaginados por los pintores, con escenarios de oídas para ambientar a los cultivadores de caña de azúcar propietarios de molinos y mecenas de artistas.

'Visiones de Gran Canaria' de Néstor Martín-Fernández
Posiblemente esta etapa del arte flamenco en Canarias sea el momento más interesante respecto a la vinculación de la pintura con el paisaje de Canarias, pero hay otra etapa especialmente llamativa, la que se produce con la irrupción de la Escuela Luján Pérez y su movimiento indigenista, con pintores como Felo Monzón, Jorge Oramas, Santiago Santana, Antonio Padrón o Jesús Arencibia, escultores como Plácido Fleitas, Abraham Cárdenes… Todos ellos interesados por el paisaje y el paisanaje, creadores de esos paisajes culturales que combinan la acción de la naturaleza con la actuación del ser humano. Unos paisajes que tendrían en las obras de Néstor Martín-Fernández de la Torre otra mirada hacia el atractivo turístico, con su serie ‘Visiones de Gran Canaria’, sus riscos, sus edificios para el turismo (Pueblo Canario, Parador de Tejeda, Casa del Turismo…).

Pero no son los únicos. Gran Canaria es un continente en miniatura, un collage de paisajes y ecosistemas único en el mundo tal como reflejan los múltiples trabajos creativos de los y las creadores canarios (como la artista Jane Millares), ya sea en cuadros, fotografía, cine, escultura, o en libros que han dejado escritos autores como Galdós, Unamuno, Carmen Laforet, o Agatha Christie, Julio Verne, Kronin, Olivia Stone y otros.
Jane Millares. Collage Gran Canaria.
El paisaje de Gran Canaria ha superado los mitos, las leyendas del paraíso, pero ha dado lugar a una marca inconfundible, la de un collage de imágenes que el visitante conservará siempre de forma nítida en su memoria y en sus sentidos. Incluso, puede que sea ésta la causa de que la gran mayoría no dudan en regresar a la isla de su particular paraíso en la tierra.

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